| Artículo: | José Carlos Canalda | 16 de julio |
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LOS BASUREROS DEL ESPACIO, UNA COLECCIÓN (CASI) DESCONOCIDA De entre todas las colecciones españolas de bolsilibros que conozco, Los basureros del espacio es sin duda una de las más peculiares por varios motivos diferentes. Para empezar, y pese a ser una de las más recientes y también, casi, una de las últimas, ya que apareció en 1986 en pleno ocaso de los bolsilibros, es también una de las más desconocidas incluso para muchos estudiosos del tema. Esto se debe a una desafortunada circunstancia: su salida al mercado coincidió con el colapso de Bruguera, la editorial responsable de la misma, lo que hizo que su distribución fuera mínima y que, probablemente, varios de sus números no llegaran a venderse, aunque no he podido determinar si los quince títulos que fueron registrados en el ISBN llegaron a ser impresos en su totalidad, quedando arrinconados parte de ellos en algún almacén, (…) |
| Audio relato | Luis Alberto Martín | 16 de julio |
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PRIMER MOVIMIENTO Una discusión de pareja tiene más implicaciones de lo que parece en un principio. Finalista del II Concurso de Audio Relatos del Festival de Cine Fantástico y de Terror La Mano de Alcobendas. Seleccionado en el I Certamen de Radioteatro y Relato Corto Radio Do Fa Radio, 2017. Emitido en III Congreso Internacional de Radioteatro y Ficción Sonora (Sede de Zaragoza, 2015) y Cadena Ser Madrid Norte. |
| CRÍTICA: literatura | J.E. Álamo | 16 de julio |
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Kya es una niña nacida en el seno de una familia pobre que mal vive en las marismas de Barkley Cove, un pequeño pueblo situado en Carolina del Norte. La pequeña solo tiene seis años cuando ella y sus hermanos son abandonados por su madre, un hecho crucial en el desarrollo de la trama, que es descrito con sobriedad y sin tapujos, hasta el punto de conmover por su aparente carencia de emotividad. La causa del abandono materno es la brutalidad del padre de Kya, aunque a través de los ojos de la niña resulta complicado empatizar con la decisión que toma su madre al dejarla atrás. |
| CRÍTICA: literatura | Pily Barba | 16 de julio |
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Yumi y su banda es la aventura más divertida que he leído en muuuuucho tiempo. ¡Verdad verdadera! Fijaos si me lo he pasado bien, que solo he cerrado el libro para poder realizar las tareas más básicas. Las minimísimas. Es decir; tomarme el café de media mañana, comer y tomarme el café de «después» (de comer, se entiende). Y ya. Esas han sido todas las interrupciones. Entre otras cosas porque el nivel de entretenimiento que Yumi y su banda ofrece no me ha dado otra opción: hasta que no he averiguado cómo concluía la última de las correrías de este curioso libro-comic, no he parado. Lo juro. Y qué placer. Y qué risas. |
| CRÍTICA: series | Antonio Quintana Carrandi | 16 de julio |
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BABYLON 5. EPISODIO: CONFESIONES Y LAMENTACIONES (T02E18) Si bien la línea argumental básica de Babylon 5 se centró, sobre todo a partir de la segunda temporada, en la guerra contra las Sombras y sus aliados, la fabulosa serie de Straczynski nos ofreció también un buen puñado de excelentes historias más o menos independientes de la trama principal. Confesiones y lamentaciones es uno de esos extraordinarios episodios, un relato denso y duro, que ejemplifica a la perfección el nivel de profundidad dramática alcanzado por esta ya mítica serie de ciencia ficción. Como además presenta una situación muy similar a la que, por desgracia, está atravesando el mundo con la crisis sanitaria del coronavirus, creo que es el momento más adecuado para reseñar este formidable capítulo. |
| ENTREVISTA | José Jorquera Blanco | 16 de julio |
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Octavi Franch (Barcelona, 1970) es un escritor, dramaturgo y guionista audiovisual que compagina con su faceta de traductor y articulista. Su género predilecto es el thriller esotérico, pero cuenta también con una amplia publicación de novelas de género fantástico y de ciencia ficción de las que suman el medio centenar. También ha ganado diversos premios literarios entre los que destacan el premio de Ómnium Cultural de Granollers y el de Ciutat de Ibiza. |
| ENTREVISTA BREVE: Sheila M. Griñón | José Jorquera Blanco | 16 de julio |
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¿Cuál es el origen de La ladrona de Skania? Fue durante la universidad, yo iba a una asociación de juegos de mesa y rol (El Señor de los Dadillos) y pasaba muchas horas allí entre clase y clase. Estaba con mi amigo Héctor quien me explicó que a él le gustaba mucho crear mapas inventados y empezó a dibujar el del mundo donde se encuentra Skania. Me gustó tanto cómo le quedó que le dije que yo podría crear una historia a partir de ese mapa. |
CONTACTO No debía haber salido esta noche. Nada le estaba saliendo bien. Recogió su hermosa cabellera y la escondió bajo el casco. Suspiró. Ni aun así conseguiría pasar desapercibida. Cuando regresaba a su cubículo, sobrevolando Ciudad Arkia, Darien se había comunicado con ella. Habían quedado en verse en las afueras, cerca de la antigua iglesia derruida. Él ya estaría allí. Le imaginaba sentado sobre el pequeño promontorio de basura cibernética, rodeado de cables plastificados y rotos, contemplando melancólico el Sol rojo del atardecer, las sombras amenazadoras de la ciudad. |
EN BUENA COMPAÑÍA Roxana se levanta y prepara café. Luego de arrojar los granos molidos en la cafetera, se vuelve y proyecta hacia la habitación: ―Mi madre quiere una estufa nueva para Navidad, pero no creo que sea buena idea. ¿Tú qué piensas? George está sentado en la mesa como un insecto inanimado, una mantis religiosa al borde de una hoja. Sus ojos carecen de párpados. ―Su casa es un horno ―continúa ella―. Cada vez que voy a verla tengo que abrir las ventanas para que entre un poco de aire y refresque. Ella piensa que la quiero matar de una pulmonía. |
ENIGMA DE UNA NOCHE OTOÑAL Se sentó completamente lúcido como si en ningún momento se hubiese acostado a dormir en aquella noche de otoño. Miró hacia la oscuridad con ojos muy abiertos al tiempo que aguzaba los oídos porque le pareció que algún sonido le había despertado. Sin embargo, reinaba el silencio a su alrededor. Un silencio que se tendía con un denso velo sobre todas las cosas. Pero en este silencio y en esta oscuridad acechaba lo desconocido. Algo que había ocasionado que se desvelara y se sentara ahora a escuchar con atención y a buscar con la mirada. |
ENTRE PERROS —Confiemos en que la batería resista, coronel. —Resistirá. Es inevitable. El grupo de sobrevivientes observaba con respeto a los dos hombres, que lucían sus disímiles concepciones del mundo: el natural dubitativo del portentoso científico y la certeza irracional del valeroso militar. —Recuerde mantenerse en medio de los perros, coronel; la superficie del traje copiará aquello que esté cercano para disimular su presencia. Confiemos en la pésima visión de los invasores. |
INMERSIÓN En el primer encuentro de la humanidad con inteligencias extrasolares, llegamos demasiado tarde. Te preparaste desde pequeña para ser parte de esta misión. Y, ahora, cuatro décadas después, ya es momento de regresar. Tus tejidos han envejecido más allá de todas tus expectativas. Sin embargo, las inteligencias artificiales a bordo han cuidado bien de ti. Cuando me enlazas con los sistemas de la estación, te escucho bromear y reír con ellas. A través de tus microexpresiones, puedo ver lo mucho que te recuerdan a tus madres biológicas allá en la Tierra. |
LEYES DE MERCADO Nos encontramos en el mercado con Pelayo, el padre de la Teresita; desnudo como había venido al mundo. Aquello que recorría su cuerpo no eran estrías y arrugas, aquello era un mapa geográfico engurruñado a conciencia. Pelayo, a sus ochenta y tantos años, se había encaramado al frontal del puesto de la frutería y se había sentado entre plátanos maduros y naranjas de piel brillante, de esas que llegan de cualquier parte del mundo. Su trasero se sostenía en precario sobre la mitad recién cortada de una sandía. Esa mañana yo acompañaba a mi madre a hacer la compra. Lo primero que pensé fue que Pelayo podía coger un resfriado. Mi madre, menos dada a las reflexiones vacuas, gritó. Eso de que yo hubiera vuelto a casa, a mi antiguo cuarto, después del divorcio, la tenía un poco de los nervios. (…) |
LO PEOR, LO MEJOR Fue también la flota comandada por el almirante Norstad la primera en tomar contacto con la civilización de los anders, de características casi únicas entre todo lo ya conocido por la Federación. Los anders eran una raza MH (Modelo-Humano) sumamente evolucionada y muy antigua. En términos convencionales, la misma tenía una antigüedad de aproximadamente 3.000 M.A. y por ahora se ignoraba si tenían alguna relación con los altairenses u otras razas importantes de su tiempo. Su hábitat era el planeta Anders, un mundo de la galaxia Aroma 47, perteneciente al Supercúmulo de Hidra, a unos 200.000 millones de años-luz del Supercúmulo Local. (…) |
PASTELES DE PRIMAVERA Las débiles murallas del pueblo habían sido derrumbadas por la incontrolable vegetación híbrida alienígena, que, desde la lluvia de polen de más allá de las estrellas, crecía en todo el planeta, preparándolo para inconcebibles habitantes que aún estaban por llegar. Raíces tan gruesas como troncos avanzaban cada día con su lento reptar, y vainas de frutos luminosos y palpitantes o flores de colores desconocidos cernían sus fauces abiertas sobre los hogares silenciados por el terror, a los que, por su tamaño colosal, podrían devorar de un bocado, si es que se alimentaran de ese modo. Colgaban de tallos y ramas que se unían en celosías verdes, azules y rojas, y cubrían en algunas partes el cielo, sumiendo a los habitantes en las tinieblas. Cualquier vestigio de cosecha había desaparecido, y los animales yacían pudriéndose en los campos, con semillas como puños alimentándose de sangre entre sus vísceras derramadas. |
¿QUIÉN SOY? Tremenda pregunta. Ojalá lo supiese. O no. Quién sabe si es mejor ignorarlo. Quién sabe. Para bien o para mal, desconozco todo, absolutamente todo, de mí: «¿Cuál es mi nombre? ¿A qué me dedico? ¿Tengo familia? ¿Esta… mansión es mi hogar o, por algún motivo, estoy aquí de paso hacia…?». Por mi apariencia, vista en los magníficos espejos que decoran las paredes, debo tener, calculo, «¿Treinta y… cinco años?». Inspecciono mis ropas: no llevo cartera… ni papeles… ni llaves… ni… |
EN EL TREN —No lo comprendo —repitió mi amigo por enésima vez. —Convéncete —insistí de nuevo en un fútil intento por arrancarlo de su estado de estupor—. Por mucho que te niegues a aceptarlo, lo cierto es que tu experimento estaba condenado al fracaso ya desde el principio. —Si tan seguros estabais de mi error, ¿por qué no me lo dijisteis a tiempo? —me espetó con rabia mal contenida—. ¿Acaso pretendíais gozar con mi ridículo? La situación comenzaba a ponerse difícil. Conozco a mi amigo desde hace mucho tiempo, y sé bien lo terco que puede llegar a ser en algunas (por fortuna no demasiadas) ocasiones. (…) |