| Título original: Confessions and lamentations (Babylon 5 S02E18) | CF | |
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| Dirección: Kevin G. Cremin | Guion: J. Michael Strazcynski | EEUU | 1994 | | |||
| Música: Christopher Franke | Fotografía: Fred V. Murphy II | | |||
Dedicado a la memoria del fallecido actor Richard Biggs, y a los médicos, enfermeras y sanitarios en general, que son nuestra primera línea de defensa contra el Covid-19. Si bien la línea argumental básica de Babylon 5 se centró, sobre todo a partir de la segunda temporada, en la guerra contra las Sombras y sus aliados, la fabulosa serie de Straczynski nos ofreció también un buen puñado de excelentes historias más o menos independientes de la trama principal. Confesiones y lamentaciones es uno de esos extraordinarios episodios, un relato denso y duro, que ejemplifica a la perfección el nivel de profundidad dramática alcanzado por esta ya mítica serie de ciencia ficción. Como además presenta una situación muy similar a la que, por desgracia, está atravesando el mundo con la crisis sanitaria del coronavirus, creo que es el momento más adecuado para reseñar este formidable capítulo. Creyentes, episodio de la primera temporada que reseñé hace ya bastante tiempo en el Sitio de Ciencia Ficción y que fue escrito por el gran David Gerrold, trataba sobre las consecuencias del fanatismo religioso. En Confesiones y lamentaciones Straczynski incide sobre el mismo tema, pero llevándolo al extremo. Si en Creyentes un matrimonio de alienígenas estaba dispuesto a dejar morir a su hijo en nombre de su Fe, aquí es toda una especie inteligente la que, imbuida de un malsano fundamentalismo de corte moralista, perece víctima de su propia ignorancia. Los markab son una especie avanzada, que ha alcanzado las estrellas y fundado colonias en otros mundos, pero en el plano religioso se encuentran prácticamente en el medievo, pues viven obsesionados con la moralidad. Como Lazaren le explica a Franklin, la letal enfermedad fue considerada por los primitivos markab como una especie de castigo divino, pasando a ser como un tabú, algo de lo que nadie hablaba, pues se creía que las víctimas de ella eran personas inmorales e impuras. Tan absurda idea, sólo posible en una patética sociedad teocrática como la markab, caló tan hondo que incluso Lazaren y sus colegas vieron restringida su libertad para realizar investigaciones médicas, siendo obligados a mantener silencio sobre el asunto. El resultado de tal cúmulo de insensateces es que la enfermedad de Drafa no sólo se extiende por todo el mundo markab, sino también por sus colonias y aquellos lugares en los que hay una población considerable de markabs, como es el caso de Babylon 5. Sheridan toma medidas enseguida, poniendo a toda la estación en cuarentena. En la reunión de urgencia convocada por el comandante se sugiere concentrar a todos los markabs en un mismo lugar. Garibaldi apoya la idea, ya que como policía sabe que las cosas se van a poner muy feas, sobre todo cuando la gente se vuelva contra los markabs, acusándolos de haber llevado esa peste a la estación. La decisión queda en suspenso durante algún tiempo por razones médicas. Sin embargo, a instancias del embajador markab en Babylon 5, los miembros de esa raza empiezan a concentrarse en una zona aislada de la estación. Sheridan intenta razonar con el embajador, diciéndole que de ese modo sólo conseguirá que la enfermedad se propague más rápidamente entre su pueblo. Pero no hay razonamiento que sirva con un fanático, menos aún si su fanatismo es de tipo religioso. El embajador cree a pies juntillas las idioteces según las cuales los puros y morales son inmunes al mal de Drafa. Piensa que si rezan con fe y se arrepienten (aunque no aclara de qué o por qué) los markabs sobrevivirán a la plaga, mientras el resto de los habitantes de la estación morirán. El pánico se adueña de Babylon 5 cuando se descubre que la enfermedad se transmite por el aire. Un pakmara muere víctima de Drafa, lo que significa que el mal también afecta a otras especies. En una desesperada carrera contrarreloj, Franklin, con ayuda de Lazaren, trata de identificar el modo en que actúa la enfermedad y desarrollar una vacuna contra ella. Richard Biggs realiza una de sus mejores interpretaciones de toda la serie, poniéndole rostro a esa legión de galenos que en nuestra realidad lucha contra el coronavirus, y erigiéndose en el protagonista más destacado de la historia. Frente a él, Jim Norton, como Lazaren, interpreta con conmovedora convicción al pobre médico markab que, casi sin recursos y sin ayuda oficial, ha intentado contener la expansión de la enfermedad. En un gesto que le honra, Lazaren decide ayudar en todo lo posible a Franklin, encontrando la muerte en el intento. Obligado es mencionar a la embajadora Delenn, que da muestras de su profunda espiritualidad y compasión al aislarse con los enfermos markab, para ofrecerles consuelo en hora tan aciaga. Cuando va a solicitar la autorización de Sheridan, se revela por fin que entre ambos se ha establecido una relación muy especial. En Confesiones y lamentaciones no hay un final feliz. Los markabs acaban pereciendo en su mundo de origen, sus colonias y Babylon 5, víctimas tanto de la enfermedad como de su estulticia de marcada impronta religiosa. Su civilización desaparece, pero todavía hay quienes, haciendo gala de una insensibilidad abominable, hacen chistes sobre la tragedia, como descubre Franklin al final del episodio. Como el guion rezumaba dramatismo, se decidió incluir un par de secuencias desenfadadas, las correspondientes a la típica comida mimbari a la que Delenn invita a Sheridan. El pobre comandante y el espectador se quedan boquiabiertos ante el absurdo ritual que observan los seres de esta especie a la hora de comer. Si todas las comidas mimbari son así, esa gente debe de pasarse media vida sentada a la mesa. Franklin dio con la vacuna, aunque demasiado tarde para salvar a los markabs. Confiemos en que pronto se encuentre remedio para la particular Drafa que asola la Tierra hoy, conocida como coronavirus. Que así sea. © Copyright de Antonio Quintana Carrandi para NGC 3660, Mayo 2017 |
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| Intérpretes: Bruce Boxleitner, Claudia Christian, Jerry Doyle, Richard Biggs… | |
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| … Mira Furlan, Bill Mumy, Jim Norton, Robert Rusler, Kim Strauss… | |
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PREMIOS RECIBIDOS
PREMIO IGNOTUS 2008:
Mejor cuento: La apertura Slagar
y mejor web
PREMIO IGNOTUS 2010:
Mejor web