Entrevista realizada por Pily Barba
Mª Concepción Regueiro Digón (Lugo, 1968). Es trabajadora Social y pedagoga. En su obra, publicada tanto en gallego como en castellano, procura acercarnos a una perspectiva feminista que se aleje todo lo posible de los estereotipos de género conservadores. Inicia su carrera literaria oficial en el año 2002 con la novela Tempos agradables (III Premio de Novela Mulleres Progresistas). Vistas al río (Ellas editorial), Reclutas de guerras invisibles, La moderna Atenea (Triskel ediciones) o Los espíritus del humo (Editorial Cerbero) son otras de sus novelas. Entre sus antologías, por ejemplo, cuenta con títulos como La estirpe de Tordón (Asociación Cultural Mundo Imaginario) o Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible (Stonewall Editorial, junto a Lola Robles). En su perfil juvenil y en gallego es autora de títulos como Un marciano neste mundo, O tesouro das ánimas, A herdanza do marqués y A cerna do segredo.
Te conozco tan poquito y te admiro tanto, que siento especial curiosidad por saber (aunque también es cierto que es una de nuestras preguntas «obligatorias») cómo empezaste a trascribir al papel aquellas historias que empezaron a invadir tu mente e, imagino, insistieron en tomar forma. ¿Fue a una edad muy temprana? ¿Recuerdas alguna de tus historias en particular?
Es curioso, no fui eso que se dice una autora precoz, aunque era de las que participaba en todos los certámenes de redacción escolar (a alguien había que mandar), pero tenía muy claro que quería ser escritora en un futuro, que era realmente mi vocación más firme. Supongo que me interesaba ir aprendiendo. Es en el Instituto y luego en la universidad cuando hago mis pinitos sobre todo con relatos bastante tremendistas y de ambientación fantástica y, posteriormente, vendrían mis primeros intentos en certámenes literarios ya adultos y luego la primera novela, afortunadamente inédita. No nos engañemos, es una etapa de novata que me alegra haber superado, pero sí que es cierto que recuerdo con simpatía algún esfuerzo de narración diferente a lo que me solía encontrar por ahí, como un cuento escrito a los 17-18 años sobre un mundo geométrico del que solo se podía escapar por aberturas que se mostraban en determinados momentos y lugares y el esfuerzo de una joven con problemas físicos por llegar a la carrera a una de ellas.
Te he leído tanto en formato largo como en corto, y he de admitir que en ambos me has gustado y no sabría decir «con cuál de las dos Conchis me quedo». Tal vez con la de la novela, pero básicamente porque soy muy ansias y quiero leerte y disfrutarte cuanto más mejor. Pero ¿y qué hay de ti? ¿En qué formato te sientes más cómoda?
Ambos formatos me gustan, aunque bien es cierto que por mi carácter quizás me vaya más la novela e incluso algo que está en medio de los dos como es la novela corta. Me gusta desarrollar las historias y los personajes y para eso necesito espacio y un tempo imposible en el relato, si bien debo añadir que me gusta ser concisa, por lo que, hoy por hoy, no me veo escribiendo un «tocho» de 700 o 900 páginas. Soy partidaria de la brevedad, así que supongo que seguiré ofreciendo historias que no acabarán convirtiéndose en «ladrillazos» (aunque nunca se puede decir que de esta agua no beberé).
¿Y qué fue antes, la literatura juvenil o la adulta? Y de paso, sincérate, ¿cuál crees que se te da mejor, independientemente de los resultados?
Lo cierto es que llegué a la literatura juvenil de verdadera casualidad y cuando ya llevaba alguna que otra obra de literatura adulta, y es que se me ocurrió la base de una historia que luego sería Un marciano neste mundo. Total, que la escribí y la envié a un premio que se estrenaba ese mismo año como era el Meiga Moira de Literatura Infantil e Xuvenil y, para mi absoluta sorpresa, quedé finalista, lo que acabó de animarme a seguir con mis incursiones por ese género. Aunque no me veo muy capaz de comparar, creo que soy sobre todo autora de literatura adulta que de vez en cuando recupera las sensaciones de su adolescencia y las plasma en historias destinadas a lectoras y lectores de esas edades, pues escribo literatura juvenil retrotrayéndome a esos años y pensando en lo que me hubiera gustado leer en aquellos momentos. Considero que la literatura juvenil fue un felicísimo descubrimiento y a la que me gusta volver de vez en cuando. Sobre cuál se me da mejor de las dos… Sinceramente, no sé qué responder. Pongo la misma dedicación y cariño en una historia juvenil y en una historia adulta, por lo que imagino que los resultados serán similares.
Respecto a los géneros, creo que has escrito tanto fantasía, como ciencia ficción y terror. Sé que te describes, o incluso cuando hablan de ti, también se refieren en primer lugar a una escritora de ciencia ficción, pero, aun así, dime, ¿es cierto que este es tu género predilecto? Ya, ya sé que las etiquetas son terriblemente molestas… Pero ya que te torturo, quiero saber además cuál de estos géneros te ha dado más satisfacciones.
A veces digo que soy una escritora de ciencia ficción bastante infiel. En general, me gusta contar todas aquellas historias que pasen por mi cabeza, sea un melodrama LGTB como Vistas al río, sea un policiaco heterodoxo como la inédita O currículo dos viles, pero siempre acabo volviendo a un género que me permite una especulación racional sobre muchas cuestiones de la actualidad porque, no lo olvidemos, la ciencia ficción suele hablarnos del presente, aunque en numerosas ocasiones emplee imágenes de tiempos futuros. No me importa en absoluto la etiqueta de autora de ciencia ficción e incluso la llevo con orgullo pues creo que es una literatura que ha aportado y aporta mucho a la reflexión sobre nuestra época y nuestras sociedades. Por otra parte, y en lo que suelo definir en broma como crisis de la mediana edad, he descubierto en los últimos tiempos las interesantes posibilidades literarias de la narrativa de terror, también teniendo como fin último esa reflexión sobre el momento y el entorno.
Algo que me parece muy intrigante es saber que has publicado tanto en castellano como en gallego, y es que se da por hecho que, porque se nace y vive en determinado lugar, uno ya tiene que preferir escribir en su lengua de origen y hacerlo además a la perfección. Sin embargo, sé de buena tinta que no tiene por qué ser así, así que dime: ¿en qué idioma de los dos te sientes más cómoda cuando trabajas? Y, por cierto, ¿te han publicado más en gallego o en castellano?
El empleo de un idioma como el gallego tiene además una clara vertiente reivindicativa, máxime en una comunidad en la que su gobierno no hizo unos esfuerzos verdaderamente claros por el mismo. Hay, además, el hecho incontestable de su posible desaparición en un plazo no tan largo de tiempo pues está claro que las generaciones más jóvenes lo emplean en mucha menor medida. Yo pertenezco a una generación criada ya entre una población mayoritariamente castellanohablante en entornos urbanos y que llega al gallego a través de la propia asignatura del idioma y luego otros elementos antaño inexistentes como la propia televisión autonómica, así que mi uso del gallego se realiza sobre todo desde el propio deseo consciente de emplearlo y no tanto por ser la lengua hablada en mis círculos. Por otra parte, el gallego y el castellano no dejan de ser dos impresionantes sistemas de comunicación y aquí tenemos la inmensa fortuna de poder utilizar ambos, siempre digo que es como el músico que en un concierto puede tocar una canción con la guitarra y la siguiente con los teclados. A mí me pasó una cosa muy curiosa con mis primeros textos de ciencia ficción, escritos en gallego, y es que acabé por traducirlos al castellano, ya que aquí no parecían tener su espacio, lo que acabó determinando mucha obra posterior, de ahí que quizás pueda hablar de una mayor producción final en castellano.
Y a colación de esto, debemos saber que firmas con dos variantes de tu nombre: Conchi Regueiro para el gallego y Mª Concepción Regueiro Digón para el castellano. ¿Es así? ¿Por qué tomaste esta decisión?
Efectivamente, empleo esas dos variantes. Cuando voy de «sobrada» digo que Ian Banks/Ian M. Banks hacía algo parecido, pero, siendo sincera, diré que lo mío es fruto del propio devenir de mis publicaciones. Pedí firmar mi primera novela, Tempos agradables, como Conchi Regueiro pues es realmente por el nombre por el que me conoce la gente y tuve mucha comunicación con la editorial durante el proceso de publicación. Sin embargo, casi inmediatamente me seleccionaron un relato para una antología en lengua castellana donde había participado con mi nombre completo y sin ninguna otra indicación al respecto, así que el editor en ese caso hizo constar el nombre que aparece en mi D.N.I. y al poco tiempo volvió a pasar lo mismo con otra antología en castellano, así que me dije, en una de esas ocurrencias extravagantes que se tienen de vez en cuando, que sería mejor usar ambas formas según fuese publicando en gallego o en castellano y, así, hasta hoy.
Y, ahora, como lectora, qué prefieres de lo anteriormente mencionado: ¿relato o novela? ¿Y de qué género disfrutas más? Por cierto, dinos qué has leído últimamente y recomiéndanos autoras o autores patrios y, si es posible, algún clásico de los de siempre (sea de donde sea).
Siempre he sido, soy y seré una apasionada de la novela, creo que es el gran artefacto narrativo sobre la condición humana, pero, en los últimos tiempos, estoy redescubriendo la eficacia de un cuento bien contado, valga la redundancia. Sin embargo, si me preguntas por algo leído últimamente que me haya dejado impactada debo contestarte con una novela gráfica del año pasado como es La levedad, de Caterine Meurisse, una estremecedora reflexión sobre el duelo y la belleza como antídoto del horror tras una tragedia tan espantosa como la de Charlie Hebdo. Es de esas historias a las que no dejas de dar vueltas días después de haberla leído.
Recomendaciones de aquí: las autoras, y empleo deliberadamente el femenino, pues tenemos la inmensa fortuna de una oferta variada de escritoras de ciencia ficción como nunca se había visto hasta la fecha, gracias al trabajo de editoriales concienciadas e innovadoras (hola, Israel Alonso) o diversas iniciativas en las redes sociales, por poner solo dos ejemplos. Así, podemos disfrutar de gente como Nieves Delgado, Lola Robles, y tantas y tantas otras que vienen a ofrecernos unas historias con enfoques novedosos y, aleluya, por fin con una clara perspectiva de género.
Por último, no querría dejar pasar la ocasión de recordar a un autor que para mí fue la primera influencia real en mi escritura, como Wenceslao Fernández Flórez, y ya no solo pensando en su obra más conocida como El bosque animado. Suelo decir que, por ejemplo, su novela El hombre que compró un automóvil es un antecedente claro de La isla de cemento, de Ballard, pero mucho más entretenida, aunque finalmente sea más valorada la obra del autor inglés.
Sé de ti que eres pedagoga y diplomada en trabajo social, pero no sé exactamente en qué consiste tu trabajo fuera de tu titulación (no tengo el gusto de conocerte tanto). ¿Nos puedes acercar, en la medida de lo posible, a esa Conchi que, día a día, seguramente lucha porque nuestra sociedad sea más justa, y más tarde, en la literatura, lo termina plasmando en relatos como “El enemigo en casa”? Porque tengo la sensación de que es así… dime si no es cierto. ¡Acércanos a la luz! 😊
Es mejor quedarse con la imagen de una curranta a vueltas con todas las exigencias que suponen los diferentes programas sociales que desarrolla la asociación donde trabajo, es más una cuestión de resistencia que de épica (y aquí ahora podría venir mi habitual ristra de lamentaciones sobre lo ajustado de los presupuestos, el retroceso en el propio concepto del Bienestar Social y tantas otras penurias). Escogí Trabajo Social como primera carrera porque me gustaba su capacidad de intervención en la sociedad y, consecuentemente con eso, estudié con posterioridad Ciencias de la Educación porque con el trabajo diario comprendí la importancia del elemento educativo en esa intervención, algo que además queda muy claro en el ámbito de la Igualdad, que es en el que actualmente trabajo. Me encanta que menciones “El enemigo en casa” porque es un relato que, entre otras cosas, intenta ser un homenaje a la Educación como principal motor del desarrollo social de un país. Es mi carta de amor a ella, al igual que mi carta de amor hacia el Trabajo Social fue la novela Vistas al río.
Y ya que estamos más cerca de la luz, sigue iluminándonos, ya que tu literatura es abiertamente feminista y muestra a la mujer tal y como es: un ser humano fuerte y perfectamente capaz de cualquier cosa. Sé que nos queda mucho camino por recorrer, mucha lucha por delante… pero ¿qué crees que ha cambiado ya para mejor (en nuestra sociedad)?
El propio hecho de que tú tengas y gestiones esta publicación y yo esté aquí contestando a tus preguntas en completa libertad sin que ningún hombre de nuestras respectivas familias esté tocándonos las narices indica claramente la mejora que ha habido en nuestro país pues, no nos engañemos, no hace ni 50 años (un suspiro en términos históricos), las mujeres teníamos que contar con el permiso de los maridos para abrir una cuenta bancaria, por ejemplo. España venía de ser un verdadero agujero para los derechos de las mujeres en la ya avanzada Europa, y es cuasi milagroso que en tan poco tiempo se haya conseguido una igualdad legal. Por supuesto, aquí llega el «pero», y es que con gran fastidio también acabamos por comprobar que igualdad legal no suponía directamente una igualdad real y efectiva, a lo que se añade que, ay, seguimos viviendo en un país MUY machista, de actitudes anquilosadas respecto al género, lo que obliga a continuar en posturas incluso de beligerancia, pues está claro que los derechos pronto pueden ser vapuleados. Hay, además, elementos tan inquietantes como esas actitudes masculinas de control y dominación como moneda común entre mucha gente joven o esa persistencia de la violencia de género frente a todas las medidas tomadas para erradicarla que siguen siendo verdaderos palos en las ruedas de ese avance.
La literatura tiene un papel fundamental a la hora de concienciarnos a todos y de hacer posible que las mujeres lleguemos a conseguir el lugar que de verdad nos pertenece dentro de nuestra sociedad, eso está claro, pero ¿crees que esta también ha evolucionado? Quiero decir que está claro que hay más autoras que hace una década, pero también es cierto que todo quisque parece que se dedica ahora a escribir (o lo intenta), con lo que la cosa se tiene que multiplicar a la fuerza… Así que mi pregunta es, ¿están ellas concienciadas y hacen lo propio con respecto a sus personajes femeninos para poder progresar a la larga en la vida real o, por el contrario, siguen dejándose llevar por el rol que se ha venido marcando en la literatura más conservadora?
Es una pregunta muy pertinente, desde luego, aunque no sé hasta qué punto tengo suficientes elementos para contestarla. El hecho de que haya habido un aumento exponencial en autorías femeninas no significa per se que vaya a haber una concienciación a un nivel paralelo. Sigue habiendo demasiado lastre de eso que peyorativamente se denomina «literatura femenina», muy enfocada a la parte sentimental de la historia y bastante deudora de los roles de género tradicionales, pero también es cierto que muchas autoras jóvenes están haciendo un verdadero esfuerzo por darle la vuelta a todo y plantear historias donde los personajes femeninos sean de verdad complejos y empoderados, incluso desde géneros a priori tan masculinizados en sus argumentos como la fantasía medieval.
Concretando acerca de los personajes femeninos que se escriben hoy en día, tanto por mujeres como por hombres, ¿crees que estos, en general, han cobrado mayor fuerza? ¿Y serías capaz de decirnos quiénes le dan más oportunidades a ese perfil más cercano a lo que de verdad somos y merecemos?, porque la lógica me dice que ellas, pero lo mismo me sorprendes…
Por supuesto que los personajes femeninos, en líneas generales, han cobrado mayor fuerza. Es, además, un hecho inevitable. La propia sociedad actual viene a imponer esa demanda, incluso en productos tan ajenos a esas innovaciones como los blockbusters hollywoodenses (pensemos, por ejemplo, en el remake de Cazafantasmas). Sin embargo, me temo que somos las autoras quienes seguimos tirando con más fuerza en esa dirección. El hecho de que muchos escritores se revuelvan ante la simple propuesta de personajes diferentes de los masculinos estereotipados viene a indicar a las claras que por ahí queda todavía un importante camino que recorrer.
Por cierto, siempre estamos hablando de esos personajes femeninos que deberían ser lo que queremos conseguir nosotras mismas y bla, bla, bla, pero ¿qué hay de los personajes masculinos? (Creados tanto por hombres como por mujeres) ¿Han evolucionado favoreciendo esa empatía necesaria hacia nosotras? Danos tu visión al respecto.
Voy a decir algo que se sale un poco de la pregunta, y temo que pueda ser malinterpretado, pero creo que en estos momentos sería bastante interesante como experimento plantear la reducción e, incluso, la ausencia de personajes masculinos en muchas historias. Me explico: cuando en su momento alguien decide aplicar el test de Bechdel a las películas y, posteriormente, a obras literarias, se comprueba con desazón la escasa/nula presencia de mujeres en los argumentos. Pareciese que para conseguir una obra comme il faut debería haber una presencia masculina incontestable, donde las mujeres apenas tienen intervención en la historia. Sí, está claro que dichos personajes masculinos ya han mejorado mucho respecto a los roles y estereotipos más rancios con que solían ser reflejados, pero también es cierto que para que de verdad hubiese ese cambio narrativo estructural sería interesante comprobar cómo evolucionan muchas historias sin su presencia o con una presencia menor. Así podríamos ver de verdad la consistencia de esos personajes femeninos y, consecuentemente, la verdadera naturaleza de los masculinos, toda vez que se les ha despojado de unos, digamos, «privilegios» de salida que obligará a dotarlos de una verdadera profundidad.
Sé que con Lola Robles formas el dúo perfecto, ambas, tanto como escritoras (vengo de leerme vuestra antología Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible, (Stonewall Editorial), por eso sé de lo que hablo), como en vuestro perfil de divulgadoras e, incluso, como seleccionadoras. Bien, pues ahí van cinco preguntas al respecto. Nada más y nada menos…
¿Cómo os conocisteis (esto es puro cotilleo, no sé si se nota) y cómo surgió la posibilidad de empezar a colaborar juntas?
Lola y yo nos conocimos virtualmente gracias a su base de datos de autoras de ciencia ficción. Yo le había enviado un correo electrónico dándome a conocer como escritora, ella lo contestó, etc., pero es muy curioso cómo la conocí en persona porque parece realmente una concatenación de casualidades bastante inverosímil, mas doy mi palabra de honor que es tal y como la voy a contar: en uno de mis escasos viajes a Madrid decidí acercarme a un recital de poesía de Cristina Peri Rossi en el Centro Cultural Blanquerna. El evento era en la sala de actos del sótano y para la ocasión colocaron varias filas de sillas que enseguida se revelaron insuficientes, pues esa autora tiene un gran poder de convocatoria. Yo me había sentado en un extremo, así que a mi lado derecho, creo recordar, no había nada, hasta que los de allí colocaron otra silla para que pudiera ser ocupada por alguna de las personas que habían quedado de pie. Pronto, una mujer se sentó en ella y, para mi sorpresa, resultó ser Lola, a quien reconocí por la foto del libro que en aquella época acababa de publicar. Me presenté, luego fuimos a tomar algo y a hablar. La colaboración vendría un par de años después, cuando ambas fuimos invitadas a participar en una antología de cuentos y surgió la oportunidad de hacer otra entre las dos (pero esa es ya otra historia).
¿Y cuál fue vuestro primer trabajo?
Lo que luego vendría a ser Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible.
¿Cómo os coordináis, por ejemplo, a la hora de escribir un artículo?
Solo hemos escrito un artículo a cuatro manos, el referido a la lectura de ciencia ficción por mujeres que se había publicado en NGC (¿Sueñan las lectoras con la ciencia ficción?), y en ese yo me ocupé más de la parte estadística y Lola se encargó más de la parte narrativa, si bien todo el análisis y lo tratado en el texto fue consensuado por ambas. Es un verdadero trabajo en equipo.
¿Cómo surgió Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible?
Surgió a partir de nuestra participación en una antología LGTB titulada Dos orillas, del año 2008. Se habló entonces de lo bien que estaría que ambas escribiésemos un libro de relatos de ciencia ficción donde el nexo de las historias fuesen esas relaciones entre mujeres, así que, dicho y hecho, nos pusimos cada una por su lado a escribir los diferentes relatos que la conformarían. Curiosamente, el resultado final acabo mostrándose como muy equilibrado en su conjunto, dando lugar a una antología muy peculiar en el panorama literario de aquel 2013, año en que finalmente salió a la luz tras multitud de desventuras en sus intentos de publicación.
Cuéntanos acerca del proceso de selección de aquel Visiones del año 2016. ¿Hubo mucha participación femenina? ¿Y qué hay de la calidad en general de los textos que recibisteis?
El proceso fue arduo, aunque muy llevadero. Trabajamos muy bien en equipo y enseguida consensuamos un sistema de selección de relatos, entre los que se escogió finalmente los que acabaron integrando el libro. Fue una convocatoria en la que hubo mayor participación femenina que otros años, aunque no mayoritaria y, como en cualquier convocatoria abierta, puede decirse que hubo diferentes calidades de relatos. En cualquier caso, tuvimos una oferta muy variada de historias y personajes que nos permitió contar con un Visiones de gran variedad temática y de estilos.
Tu última novela publicada, en realidad es una reedición: ¿cómo surgió la oportunidad de traer La moderna Atenea (Triskel ediciones) de nuevo al presente, y sacarla de esas injustas sombras del olvido? (De toda tu obra, no sé si sabes que es mi predilecta).
La responsabilidad, mérito o como quieras llamarlo está en la gente de Triskel , quienes tuvieron la iniciativa de traerla de nuevo a luz. Ya hacía casi diez años de su publicación con AJEC y se mostraron muy interesados en recuperarla para su catálogo, propuesta a la que, por supuesto, no me pude negar. El resultado final es, a todas luces, estupendo, y estoy deseando que la gente decida acercarse a la historia en esta segunda oportunidad que ha acabado teniendo y que no puedo dejar de agradecer a la editorial.
Ya que estamos, cuéntanos el germen de dicha novela y cómo se fue materializando. ¿Qué es lo que recuerdas con más cariño de su concepción?
La moderna Atenea, en un principio, fue un simple apunte que tomó fuerza por el poderío de ese personaje femenino tan peculiar que es Dorotea Suances. En aquellos momentos yo estaba enfrascada con una ucronía en gallego que finalmente acabé abandonando ante el propio interés que despertó en mí como lectora la historia de una mujer tan avanzada a su época y de la que el propio Eça de Queiroz, uno de mis escritores favoritos, habría querido dejar constancia en una de sus novelas más importantes de haber existido tal mujer, estoy convencida de ello. Fue fascinante investigar sobre la época e ir articulando la obra de manera tan especial como con los propios artículos de la revista, las cartas o los correos electrónicos privados. La verdad es que me lo pasé muy bien escribiéndola, y hacerlo de esa manera fue un desafío muy estimulante.
Antes de La moderna Atenea, en 2017, publicaste con Editorial Cerbero Los espíritus del humo. ¿Cómo se te ocurrió escribir sobre algo así? ¿Te llevó mucho, o te costó más esfuerzo del que aparenta? Además de lo obvio, ¿qué querías trasmitir?
Los espíritus del humo continúa con el universo inaugurado en el cuento “Isla Faraday”, incluido en la revista Supersonic #7, de abril de 2017 y que el editor de Cerbero bautizó tan inspiradamente como Delibespunk, por lo que tenía de representación de un mundo rural y arcano que está quedando atrás. Me planteé la historia como ese reverso de Harry Potter, donde la magia venía a representar la excelencia de unos elegidos y elegidas. Por el contrario, en mi novela corta, la magia representa lo rancio y atrasado frente a una nueva sociedad urbana que está tomando las riendas de su desarrollo mediante la tecnología y nuevas formas de organización industrial. En realidad, con esta historia quería hablar de eso que en las ciencias sociales se denomina cambio de paradigma. En su propia evolución apareció también toda esa crítica implícita a la superstición, el fanatismo y el inmovilismo social señalada en varias reseñas. Fue una historia que prácticamente se escribió de un tirón, pese a todas las exigencias estilísticas que tuvo, y en menos de tres meses estaba finiquitada.
Siguiendo con Los espíritus del humo, ¿por qué decidiste escribirla en segunda persona? ¿Fue difícil o salió de manera fluida?
Es, seguramente, el elemento más peculiar de la obra y debo confesar que salió de una forma muy natural por su propio carácter de fábula moral. Es, además, un truco que anima a la participación de quien la lee pues, al encontrarse con esa segunda persona verbal puede tener dos reacciones: una, colocarse en el papel de quien está recordando/reprendiendo a esas protagonistas de decisiones tan cuestionables, o bien colocarse en la propia situación de Luanda y/o de Gadea y creer que es quien está atendiendo esa recapitulación que, al cabo, es toda la historia. En ambos casos, consigues una implicación que un narrador omnisciente o incluso en primera persona no te da.
Dicha novela, por último, fue etiquetada por Editorial Cerbero como una obra de ciencia ficción o, al menos, aparece en los números que pertenecen a esa colección. ¿Por qué se tomó esa decisión?
Esa es la pregunta del millón, y reconozco que puede ofrecer ciertas reticencias a quien se acerque a ella con las ideas clásicas sobre los géneros fantásticos, pero, y aún a riesgo de sonar petulante, me gustaría replantear el propio concepto de género desde una perspectiva más posmoderna. En su día clasifiqué a Los espíritus del humo como ciencia ficción bastarda por cuanto, en definitiva, se desarrolla en unos escenarios propios de la fantasía, pero no deja de partir de una especulación racional sobre el desarrollo de una sociedad, algo muy habitual en la ciencia ficción. Es una vuelta de tuerca donde el novum es precisamente la ausencia del mismo, pues el cambio precisamente viene en esos elementos contrastados de la tecnología que sabemos artífices reales en un cambio social (por ejemplo, la máquina de vapor). Por otra parte, esa existencia de unos magos con poderes tiene una explicación, digamos, científica, que será ampliamente desarrollada en otros títulos de ese universo que espero ir sacando al cabo del tiempo.
Otra curiosidad. Así, en general, de todo lo que has publicado, ¿de qué título te sientes más orgullosa?
Uy, esto es como preguntar a una madre cuál es su hijo/a preferido/a. Tengo el mismo cariño por todos los títulos publicados, pues vienen de un trabajo importante con ellos, así que me resulta imposible poner a uno por encima del resto.
¿Y renegarías de algo de lo ya publicado?
Enlaza bastante con la pregunta anterior, y es que tengo la dicha de poder decir que estoy bastante satisfecha de toda mi obra publicada, así que no reniego de nada. Quizás lo único es que me gustaría poder dar un repasito a alguno de mis primeros textos, pues, al cabo del tiempo, veo que merecerían una corrección un poco más profunda a como salieron en su momento.
Cambiamos totalmente el registro… Has sido jurado de los Premios Meiga Moira de literatura infantil-juvenil durante dos años. Cuéntanos cómo fue, y si hay alguna curiosidad al respecto.
En realidad, han sido cuatro ediciones, y es una tarea que he hecho con mucho agrado. Tampoco es algo con muchas peculiaridades: la editorial que los convoca, Baía Edicións, me invita en su momento a formar parte del jurado, yo acepto, porque soy de las que se apuntan a un bombardeo, me hacen llegar las diferentes obras, las leo y doy mi opinión cuando nos reunimos para el fallo. Quizás su característica más destacada, en un mundo donde la honradez de los premios es tan cuestionada, es que se trata de un certamen donde se respeta escrupulosamente la decisión del jurado y donde no hay ningún tipo de galardón pactado ni influencia externa, así que cualquiera que se acerque a alguna de sus obras puede hacerlo con la total tranquilidad de que va a leer lo que en su momento se consideró objetivamente mejor de esa convocatoria.
Respecto a ti, como autora premiada, creo que has recibido más por parte de certámenes gallegos. ¿Es así? ¿De cuál de todos ellos te sientes más orgullosa?
La verdad es que no soy una autora muy premiada, más bien me definiría como una eterna finalista, lo que también da cierto empaque. Siendo exactas, lo que se dice un premio, con su trofeo, su dinerillo y su publicación posterior, solo lo he tenido en un certamen gallego, como fue el III Premio de Novela Mulleres Progresistas, con Tempos agradables, así que es verdad que puede concluirse que he recibido más premios en certámenes gallegos.
Hay algo que no te hayan preguntado (en todas las entrevistas que te han hecho) y que tengas ganas de contestar. Resumiendo: ¿quieres preguntarte algo a ti misma?
Me gustaría preguntarme qué influencias puedo tener mientras escribo, al margen de las literarias, y es que no puedo olvidarme de mis otras pasiones como el cine y la música, siempre presentes en mi proceso creativo. Habría también que hablar del propio hecho cotidiano, y es que no hay nada más inspirador que pasear por la calle o entrar en un supermercado con el radar de narradora activado, la de cosas interesantes para tu historia que puedes obtener de esa manera.
Bien, pues hemos llegado al final, querida Conchi. Las últimas palabras, la despedida, es tooooda tuya.
Ha sido una entrevista muy estimulante, me ha gustado mucho. Aprovecho para dar las gracias a iniciativas como NGC por lo que suponen de impulso para la literatura desde un trabajo vocacional y de amor por los géneros fantásticos, ajeno a los intereses comerciales. Que la imaginación nos siga asistiendo.