Hijos de Tayyll

|  Raelana Dsagan | Pedro Escudero Zumel Editor | Fantasía | 2013 | 118 págs. |

Por Pily Barba

Portada Hijos de Tayyll

Aquellos que tengáis la enorme suerte de leer en algún momento futuro Hijos de Tayyll, la novela corta de Raelana Dsagan, seréis doblemente afortunados: primero, porque a pesar de haber sido publicada en 2013, en estos momentos, ya no se encuentra disponible. Y, en segundo lugar, porque tendréis el privilegio de poseer un artículo que yo ya considero de lujo, puesto que ha demostrado tener un gran valor literario. No solo por su contenido (en breve me explayaré), sino porque me ha venido a demostrar lo que ya sospechaba: Raelana es una de las pocas autoras capaz de moverse en cualquiera de los tres géneros y además lo hace como le da la real gana.

Pero vayamos a Hijos de Tayyll. Esta, se asoma a un mundo que fue sacudido en el pasado por la llegada de un misterioso fenómeno denominado Estrella Azul. Su influencia sobre la órbita del planeta, propició que todas sus ciudades quedaran violentamente enterradas por toneladas de arena. Bueno, todas menos una: Aeresya (u Ohmp), la misteriosa ciudad de metal, alzada e impertérrita sobre unos pilares tan excesivos que es imposible ver algo distinto a su propia sombra proyectada sobre la arena. Afortunadamente, también quedaron a salvo las montañas, donde la naturaleza continúa su curso tal y como lo hizo antaño en toda la superficie.

Respecto al germen de la novela y a ciertos elementos clave, Raelana recuerda:

«Primero pensé en los magos, quería una magia muy física, que se basara en el cuerpo y no en palabras ni en fórmulas; que hacer magia fuera como bailar. Después pensé en el escenario, a mí me gusta contar historias, no crear mundos, así que decidí buscar un escenario donde el trabajo de creación del mundo fuera mínimo y por eso elegí el desierto, aunque luego resultó que el trabajo no era tan mínimo como yo esperaba (risas). Habría una ciudad, pero solo una, el resto serían tribus nómadas. Estaba trabajando en la novela cuando hice un viaje por León y Ponferrada, recuerdo aquel trayecto en autobús hacia Ponferrada, desde la ventana vi una enorme montaña de pizarra y fue verla y pensar «la quiero». Creo que ese fue el momento en que la novela dejó de ser pequeñas ideas sueltas y empezó a tomar forma de verdad. Y por eso en la novela hay una montaña con tierra negra».

En este mundo casi totalmente desértico en el que Raelana empezó a trabajar cinco años antes de su publicación, asistiremos a la sucesión de unos acontecimientos ciertamente interesantes, y tanto presentes como pasados, puesto que habrá un inquietante flashback en el que el lector acudirá a la caza de una hermosa bestia (dicho flashback, “Soy leyenda”, funciona perfectamente como relato independiente y, de hecho, fue ganador en el certamen de Pasadizo.com. Para vuestra fortuna, actualmente se encuentra publicado en NGC 3660).

Así es, en el universo creado por Raelana, hay preciosas bestias, magia, hechiceros, guerreros… en definitiva muchos de los componentes que convierten a la fantasía en el género extraordinario que es, tratados además con increíble pericia y mimo y, lo que es más de agradecer, sin ñoñerías y sin exceso de interminables y redundantes descripciones; solo las necesarias para trasladar de manera veraz esas sensaciones que experimenta cada uno de sus personajes; enfrentándose a la infinidad del desierto, a la volubilidad de la arena, al calor y a la ceguera ocasionados por el sol, y, por supuesto, a la escasez de agua. Porque en Tayyll incluso a los niños se les prohíbe llorar: esto es considerado casi como un crimen. ¿No pone los pelos de punta? También los pone su descripción de la vida en el desierto, de cómo avanzan sobre él y de qué manera hace mella en sus personajes; el comportamiento de la arena, las sensaciones que transmite esta cuando entra en contacto con pies, piel, ojos, psique… Realmente parece que Raelana se hubiera dado largas caminatas y se hubiera obligado a hacérselas pasar canutas a sí misma para poder describir todo esto con tanta proximidad. ¡Si incluso tiene detalles tan curiosos como los distintos tipos de arena! Dependiendo de su ubicación, lógicamente, tiene unas propiedades u otras e, incluso, distintos significados.

Y es que esta mujer no ha dejado ningún detalle al aire…

Sobre esto último dice:

«Busqué información y me documenté sobre los desiertos, quería que no fuera monótono, que hubiera diferencias entre distintas zonas y quería saber hasta qué punto era posible. Cuando tuve la información utilicé lo que me servía para el mundo que quería crear e imaginé el resto. Nunca he estado en el desierto, pero vivo en el sur y puedo imaginármelo. Una vez caminé kilómetros entre dos pueblos, al mediodía, en pleno verano. No fue mucho tiempo, quizás tres horas, caminaba por una carretera en la que no había nada, solo tierra, rocas y algún arbusto espinoso. No sabía si iba en la dirección correcta o si me había perdido, solo podía continuar siguiendo la carretera. La sensación de lo que viví ese día está en la novela».

Volviendo a los personajes, en Hijos de Tayyll los hay pertenecientes, de hecho, a diversas clases, y atravesando un momento muy concreto en sus vidas: ese periodo existencial de la búsqueda de uno mismo e, incluso, de un lugar al que poder llamar hogar. Sus pensamientos, intimistas, increíblemente lúcidos, nos transmitirán sabiduría tanto elemental como de lo más compleja, al mismo tiempo que una gran soledad, duda, miedo, desarraigo, y todo lo último a veces de una manera un tanto enfermiza. Pero ¿y cómo no hacerlo si sufren de pasados, de un modo u otro, esclavos? Afortunadamente, también luchan a su manera dejándose la piel por tener acceso a una vida que pueda llamarse vida y, de paso, por encontrarse a sí mismos. Y no importa la tribu que representen: nómada, Xaga-Xia, hechiceros, guerreros, hasta el último de ellos es un extraordinario luchador.

De hecho, durante la lectura de Hijos de Tayyll, estando aun a mitad de la novela, esta ya me parecía demasiado corta, precisamente porque soy perfectamente capaz de vislumbrar toda una saga a través de los pasados y los futuros de estos personajes. Y es que hay cosas verdaderamente atrayentes y dignas de ser estudiadas más a fondo, como es el caso de la ascensión a hechicero de cierto personaje, o la historia de las Xaga-Xia (su evolución hasta llegar a convertirse en la clase de seres que son y cómo desarrollaron sus habilidades). También está el nacimiento y el desarrollo de una ciudad tan aparentemente impresionante como es Aeresya, o los días inmediatos a la llegada de la Estrella Azul; de cómo cambió Tayyll y de cómo sobrevivieron sus habitantes hasta que se reubicaron y adaptaron.

A cerca de estas dudas la autora aclara:

«Yo quería contar una historia y es lo que hice, pero los personajes no están aislados en una burbuja, tienen un universo a su alrededor y aunque no quisiera centrarme en él tenía que crearlo; el mundo tenía que tener un pasado y un presente y las circunstancias que viven los personajes, su forma de pensar, su vida, depende tanto de cómo son como de lo que les rodea. Todo ese trasfondo no se ve con claridad, no está explicado, pero existe y podría escribir más historias ambientadas en este universo. Ahora mismo no estoy trabajando en ninguna historia que se desarrolle en Tayyll, pero no es algo que descarte hacer en el futuro».

¿Llegará ese futuro? Desde luego la novela tuvo muy buena acogida y muchos lectores pidieron una continuación, por lo tanto, de Raelana depende, sí, pero también de nuestras editoriales (a las que hago un llamamiento desde aquí). Mientras tanto, cruzaré los dedos, deseando que le den esa oportunidad que merece puesto que, si la dejan, Raelana llegará a tener una gran voz dentro de cualquiera de nuestros géneros.

© Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Octubre 2017