| Juan Antonio Fdez. Madrigal | Ediciones El Transbordador | Fantasía/CF | | |||
| ISBN: 978-849445164 | 15,15€ | Versión digital: 3, 90€ | 395 págs. | 2016 | | |||
Por Pily Barba Del mismo modo que existen múltiples géneros y subgéneros en diversas disciplinas artísticas —aunque la que nos atañe aquí, y ahora, ya sabemos que es la literatura—, también existen distintos y muy variados perfiles de escritores. Pero, no, no temas, que no me voy a extender en obviedades. Solo necesitaba exponerlo para poder ir directamente al grano: Juan Antonio Fernández Madrigal, querida o querido, no es un autor fácil. Con esto únicamente quiero decir que disfrutarlo requerirá de cierto compromiso por tu parte, porque, de enfrentarte (principalmente) a cualquiera de sus novelas, es hacerlo, casi seguro, a un gigantesco universo que, aunque no será necesario conocer con antelación, nunca vendrá de la nada (hazte a la idea de que estará hiper planificado hasta en su más mínimo detalle: vendrá del pasado o pertenecerá a un futuro ya descrito en otra ocasión. ¿Te lías? Cuando te aficiones a su literatura, si no lo has hecho aún, ya comprenderás…). Como te decía, todo lo que venga de esa fuente, su precioso y enriquecedor universo denominado Saga de la víbora de las formas, porque casi seguro, de ahí vendrá, como ya he dicho estará hiper planificado; tecnología, razas, planetas…, y en absoluto de manera caprichosa o facilona. También, casi seguro, y escojas la historia que escojas, aquello que halles estará totalmente patas arriba y sembrado de auténticos sufridores; personajes que, en mayor o menor medida, se hallarán hechos un lío y buscarán, desesperadamente, el significado de su existencia; el porqué de su vida tal y como es en el presente, o de su situación con respecto a todo lo que los rodea, y si son de los que más cavilan, puede que hasta el origen de su propia raza… búsqueda, búsqueda, y más búsqueda de respuestas es lo que encontrarás, y eso, querida o querido, termina volviéndole un poco loco a cualquiera. Por eso decía que la lectura de cualquiera de las obras de Madrigal requerirá de cierto compromiso; de una mente flexible y dispuesta a la exploración; concentración, puede que algo de retentiva (insisto, no porque debas conocer nada con antelación), asimilación y, por qué no decirlo, a veces incluso un poquito de paciencia. Eso sí, te puedo asegurar que el viaje merecerá siempre la pena. Siempre; porque significará verte inmerso en toda esa evasión que esperas; en profundas e inteligentes cavilaciones que, una vez llegado el final, te dejarán totalmente absorto y alucinado; rezumando entendimiento por los cuatro costados y puede que una morbosa proximidad. Pero también, tal vez termines encontrándote una pizca (o mucha, depende de tu empatía) de tristeza y de miedo, y siempre toda esa hermosura que resulta de conocer el nuevo escenario que te ha presentado, además de, por supuesto, la auténtica verdad (sea halagüeña o no): una verdad, por otra parte, tan apasionante como humana y extremadamente lógica. Y siempre es así. Es su fórmula. No puede evitarlo. Porque además de ser una persona terriblemente imaginativa y, redundo, lógica (quizá se trate de «deformación profesional», ya que este hombre le da a la robótica que es un gusto), Juan Antonio Fernández Madrigal es comprometido y consecuente tanto con el género de la ciencia ficción como con cualquier forma de vida (que exista o invente él, da lo mismo). Y todo ello se refleja en todas y cada una de las experiencias narradas por seres similares a nosotros; entidades totalmente alienígenas, o mecanismos más o menos sintientes. Tanto da si es en el pasado o en el futuro, y en distintos planetas o naves… Respecto a El Tapiz Invisible… qué digo respecto a El Tapiz Invisible, si llevo hablando de la novela casi desde el principio, pero, concretando, de este spin-off que, según palabras del propio autor, tiene lugar muchos años después de su novela Umma (click para acceder a nuestra reseña), lo que más me ha maravillado ha sido su novísimo escenario y la forma en que Madrigal ha flirteado hasta «llevarse al huerto» a un género mucho más fantástico de lo que es habitual en él. Cierto, esto ya nos lo ha dado en algunos de sus relatos, pero no en sus novelas. Así, en El Tapiz Invisible, no habrá ni rastro de mundos hipertecnificados o de frías naves, pero sí el pellejo de un buen puñado de atractivos personajes que, a pesar de tener que cederles terreno a los gloriosos protagonistas principales, sabrán también brillar y, dependiendo de su cometido o hito en determinadas partes del tapiz, lo harán casi tanto como los dos sufridores que acarrean verdaderamente todo el peso de la trama. Dicho lo cual, por un lado, en El Tapiz Invisible habrá una sociedad relativamente primitiva y aparentemente libre; una tribu que además interactúa con su entorno como si se tratase de una parte de sí mismos, pero que, casi a la fuerza, no tiene más remedio que practicar la migración. Estos, son los Hijos del Desierto y, guiados constantemente por sus creencias y profecías, además de por su eterna búsqueda de agua, han de cambiar irremediablemente y, cada cierto tiempo, la ubicación de su hogar. De manera diametralmente opuesta, Madrigal describe una sociedad parecida a la medieval, pero con la llamativa diferencia de que esta cuenta con los collares «de poder». Estos, son la excusa perfecta para volver a una de las pequeñas filias del autor: la lectura de la mente humana. Así es, en El Tapiz Invisible, me he dado cuenta de esta pequeña y recurrente fijación que tiene por examinar el comportamiento de cualquier bicho viviente y sintiente, centrándose, de manera obstinada, en las profundidades de nuestra propia mente y en toda la gama de sentimientos derivados de su funcionamiento —siempre hasta donde la historia, la lógica, y su propia humanidad le permitan, claro está—. Ha de hacerlo. Su naturaleza lo obliga… así, explora una y otra vez ya sea por medio de la telepatía o, como es el caso, por medio de un mecanismo que, de hecho, nadie sabe de dónde proviene, pero que a los uremos les ha venido de perlas. Eso es… ¡bendito mecanismo! Este permite jerarquizar a un pueblo ya de por sí bastante dividido, en dos facciones, de modo que los que pueden asomarse a la psique de los otros (uremos frente a altenos), a pesar de no ser precisamente los más inteligentes, son los que tienen el dominio y, por tanto, todo el poder. Por otra parte, envuelto en arrebatos místicos y filosóficos, pero también a golpe de ofensivas e invasiones (interiores y exteriores) nuestro querido autor no dejará de hablarte del abuso de un pueblo sobre otro: de su falta de humanidad para con ellos y, también, de su ineptitud en general. Asimismo, asomarás a una muestra clara de la crueldad del que de verdad domina. ¿El que juega a ser Dios?, y cómo este maneja al resto, igual que a títeres, para reconstruir lo que añora sin saber si quiera si es lo correcto; sin haber terminado de aprender la lección, ni digerido las consecuencias/respuestas de lo que vivió en su momento. El Tapiz Invisible, para concluir, transcurre guiado por un constante éxodo; totalmente inmerso en la búsqueda permanente de esa tierra prometida y de aquellas respuestas que todo ser sintiente necesita hallar para poder encontrar su lugar en el mundo, además de cierta dignidad. Son, también, las consecuencias de ese continuo movimiento de hilos de aquellos otros que en realidad lo manejan todo: su lucha por la supervivencia y porque todo lo que aún les queda termine subsistiendo y mereciendo la pena. Es, por último, la maravillosa y última novela publicada de este hacedor de mundos: Juan Antonio Fernández Madrigal, ese escritor que puede que en un primer momento no sea de lectura demasiado fácil, pero que, sin pretenderlo, termina clavándose hasta obligarte a dejarlo ser uno de tus autores de cabecera. © Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Enero 2018 |
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PREMIOS RECIBIDOS
PREMIO IGNOTUS 2008:
Mejor cuento: La apertura Slagar
y mejor web
PREMIO IGNOTUS 2010:
Mejor web