No era un fantasma lo que surgió de la niebla. Era una mujer, como ella. Pelirroja y elegante como ella. Vestía exactamente la misma ropa. Una gran broma de mal gusto, eso le pareció. Incluso había conseguido imitar sus andares y los círculos invisibles de sus movimientos. Era la burla de una simbiosis que en ningún momento buscó. Si había algo que las diferenciaba era el revólver que empuñaba la aparecida. Por supuesto, de haber tenido tiempo se habría asustado. Pero todo ocurrió demasiado rápido. El arma se disparó con un fuerte estruendo y con una estela de humo rizado. Cayó al suelo, pero la otra se mantuvo de pie. Imperturbable. Y fue justo entonces, antes de morir entre espasmos, cuando se dio cuenta: no era de la niebla de donde había surgido la otra. Era de un espejo.
© Copyright de Javier Quevedo Puchal para NGC 3660, Febrero 2018