Dorothy C. Fontana (1939-2019) nos ha dejado. Ha ido a reunirse con Gene Roddenberry, Gene L. Coon, Joseph Pevney, Walter M. Jefferies, Leonard Nimoy, Deforest Kelley, James Doohan, Majel Barrett y tantos otros que contribuyeron a hacer de Star Trek, la serie clásica, la producción más entrañable y mítica de la ciencia ficción televisiva. Star Trek debe su existencia al genio creador del Gran Pájaro de la Galaxia, el hombre que supo ver más allá de lo estereotipado y crear, en plenos años 60, un maravilloso vehículo televisivo para contar historias sobre el hombre y su humanidad. Y lo logró gracias, en buena medida, a la entusiasta labor de sus colaboradores, entre los que siempre ocupó un lugar muy destacado D. C. Fontana.
La joven secretaria personal de Roddenberry, que soñaba con convertirse en escritora, vio su gran oportunidad en el proyecto que acariciaba su jefe allá por 1964, y no la dejó escapar. Con esfuerzo y ánimo, ayudó a Roddenberry a ir perfilando el look de la serie y a dibujar unos personajes que, con el transcurrir del tiempo, devendrían en auténticas leyendas de la ciencia ficción. Ella fue la creadora de los vulcanos, la raza alienígena más emblemática de Star Trek. Roddenberry creó el concepto básico del personaje de Spock, pero sería Fontana la que le diera sustancia, enriqueciéndolo con incontables matices a lo largo de tres años y setenta y nueve episodios. Asimismo, ejerció de guionista en varias ocasiones, dejando constancia de su buen hacer en episodios tan inolvidables como Charlie X, El mañana es ayer, Esa cara del paraíso, Los cuatro gatos (en colaboración con Robert Bloch), Hijo de un jefe, El viaje a Babel, Con cualquier otro nombre (colaborando con Jerome Bixby), El mejor ordenador y El incidente del Enterprise. Fue la responsable, además, de un puñado de buenas historias que se emplearon como base argumental para los guiones de varios capítulos, que figuran entre los mejores de la producción. Se ocupó también de la continuidad de la serie clásica, y su colaboración se extendió a posteriores entregas de la franquicia, a veces de forma anónima. Fue, sin duda, la mano derecha del Pater Familias de Star Trek y una de las personalidades más apreciadas por los fans.
Gracias a Star Trek, Fontana se convirtió en una de las guionistas más cotizadas de la televisión estadounidense, trabajando en numerosas series durante varias décadas. Sin embargo, siempre estuvo muy cerca de su descubridor y mentor, y así, cuando Roddenberry se propuso actualizar el Star Trek clásico, adaptándolo al gusto del público de los años 80, ella estuvo ahí desde el principio. Juntos escribieron el guión de Encuentro en Farpoint, el piloto de TNG, comienzo de una singladura televisiva de siete años, que elevaría a Star Trek al Olimpo de la adoración de millones de aficionados a la ciencia ficción en todo el mundo.
Los trekkies, especialmente los de la Vieja Guardia, estamos de luto riguroso. No hace mucho, fallecía también Aron Eisenberg, el inolvidable Nog de DS9, al que me propongo homenajear próximamente mediante un relato. En un corto intervalo de tiempo, los entusiastas seguidores de la magna obra de Roddenberry hemos perdido a dos iconos Trek, dos profesionales que, cada uno en su campo, han contribuido a engrandecer la más maravillosa saga de la ciencia ficción. Pero nadie está muerto del todo mientras alguien le recuerde, y D. C. Fontana y Aron Eisenberg, como todos los que han tenido algo que ver con Star Trek, serán recordados con cariño y admiración por millones de personas durante mucho, muchísimo tiempo. Que descansen en paz.
© Copyright de Antonio Quintana Carrandi para NGC 3660, Marzo 2020