El Supremo Ser observó con mirada severa al malhechor que estaba frente a él.
—Ha pecado usted gravemente contra las leyes divinas –el alado individuo, cabizbajo, no dijo nada —Así que le debo condenar al Supremo Castigo.
—¿E… el Supremo Castigo? Pe.. pero ¿no voy a ir al Infierno?
—No, he dicho el Supremo Castigo.
—No, por favor, se lo suplico —el ángel pecador se derrumbó y se arrodilló ante Dios pidiendo clemencia.
Dios hizo unos movimientos con las manos, tras lo cual el ángel desapareció. Al mismo tiempo, en la Tierra, se escuchó un llanto infantil anunciando el nacimiento.
© Copyright de Ricardo Manzanaro para NGC 3660, Abril 2017
Muy bueno.