Pesadilla

Por Fernando López Guisado

Espero que esto no te despierte.

Acabo de tener un sueño horrible.

Estaba en un lóbrego caserón y era el invitado

con muchas personas más,

con muchas estancias más

de las intuidas desde fuera;

y sabía que los anfitriones

y criados eran monstruos,

que íbamos a morir de miedo: era el único

que se salvó de una vez anterior

que ni yo recordaba,

que nadie, nadie sabía.

Me refugié en una lujosa sala de tele,

charlaba con un joven camarero hindú;

con ojos muy grandes y blancos en la penumbra,

confesó nuestro destino riendo en cruel lástima

interrumpida por una sirena: llegó el momento.

Entonces los demás se alzaron cual autómatas

y salían fuera en pijama

y yo salía también pero consciente

y se iban desperdigando por el condominio en trance

en compañía cada uno de un criado.

Al quedarme el último

pensé si no veíamos una película

que se proyectase en una lona

enorme de cielo lluvioso.

Con un mando a distancia,

pasaba rápido escenas de ataque y muerte.

La mía terminaba en un coche, me rescataba

una chica muy bella y algo loca, alejándonos

a toda mecha hacia la libertad.

«No sé si te he comentado que esto es una pesadilla,

gracias por salvarme».

Detuvo el automóvil, la carretera inerte,

se colocó la falda

y me saltó encima sacando mil colmillos

sin ni siquiera un beso de premio

tras una cita perfecta.

«¿Eso es todo?» Pregunté.

Y una voz grave dijo: No. Lo peor viene ahora, con la luz.

Y el Todo cayó en oscuridad absoluta y sucia.

Y grité sin nadie a quien despertar de madrugada

buscando a tientas el interruptor por la pared.

Solo. Tan solo

como un poema,

que te arroja la Verdad, cruda y dolorosa,

semejante a una mujer desnuda y brusca

que te despierta de un sueño.

© Copyright de Fernando López Guisado para NGC 3660, Marzo 2017