Juan suspiró, una vez valoró que ya había terminado de diseñar las categorías de las variables que formaban parte del estudio. Constituían un numeroso listado que comenzaba con los aspectos referidos al nacimiento, y terminaban con aquellos que clasificaban la forma de morir y sus circunstancias.
Era sólo el principio. Ahora correspondía iniciar el trabajo de campo. Juan consumió meses investigando, escuchando y clasificando vidas. Todos los días introducía en la base de datos representaciones numéricas, ya cuantitativas, ya clasificatorias, de vidas de personas reales: lugar de nacimiento, número de hermanos, nivel económico de la familia, tipo de escuela a la que asistió, si terminó los estudios… Datos para determinar si tal variable podría resultar significativa en el transcurrir de la vida de aquel sujeto. Y no sólo números «administrativos», sino también apartados personales: si era deportista y si triunfaba en alguna disciplina, si tenía pocos o muchos amigos, cuando tuvo su primera novia. Asegurando el completo anonimato de la información, lograba que familiares y amigos revelasen hechos de la vida privada de cada individuo investigado: cuántos empleos tuvo, si leía libros, si de joven se agarraba borracheras, qué hizo tras jubilarse, adónde le gustaba ir de viaje, e incluso, en algunos casos, si tenía amantes o se iba de puti-clubs.
Entonces llegó el momento de esquematizar resultados. Resultó que se podían concretar varias decenas de pautas de vida concretas, y que no quedaba prácticamente nadie que no encajara en alguna de ellas. Compuso diagramas de flujo para cada esquema de existencia concreto. Si un tipo presentaba determinados hechos durante su vida, o concurrían ciertas circunstancias, era muy probable que los años que le quedaban se desarrollasen como marcaba el diagrama.
Por fin, el investigador, tras lograr aquel número de esquemas de vida, podía poner en marcha la segunda parte de su plan. Días después inauguraba una oficina en el centro de la ciudad. En el exterior lucía una placa con el siguiente lema: «Alberto. Pitoniso. Adivino cómo va a ser tu futuro».
© Copyright de Ricardo Manzanaro para NGC 3660, Marzo 2017