Procesos cuasiestáticos; Juan F. Guerrero, su autor. De cómo llegaron sus relatos a mis manos, y lo que Juan José Aroz, su editor, recuerda de su publicación.
Por Pily Barba
Un buen día, un detalle maravilloso llegó a mi buzón de correo (ordinario). Se trataba de Procesos cuasiestáticos, del autor Juan F. Guerrero. Dicho detalle, me llegó de la mano de Juan José Aroz, uno de los editores más veteranos (pero, desgraciadamente, desde hace unos meses ya no se encuentra en activo), y creyentes de este, nuestro género de la ciencia ficción.
Dicho librito, tenía un aspecto maravilloso; bien por su sencillez (gran sencillez), bien por su aspecto (sus páginas amarillean que es un primor), o sencillamente por ese olor a años ochenta.
Según Juanjo Aroz, este ejemplar era uno de los poquísimos libros sobrantes de aquella primera etapa suya como faneditor; según mi propio criterio, era toda una reliquia, seguramente todo un tesoro. Así que lo recibí con cariño, no solo porque venía de la persona que venía (una de las figuras más sobresalientes del fándom, que apoyó a esta web desde un principio sin miedos ni prejuicios), sino porque de alguna forma, su aspecto cuasi-bohemio, me inducía a sentir cierto apego y añoranza hacia él. Qué cosas, ¿no?
Bien, cuando empecé su lectura por supuesto sin prisa, pero sin pausa, y sobre todo con muchísima curiosidad (por ver qué le interesaba al señor Aroz como editor, y también por comprobar cómo se las ingeniaban; qué contaban algunos de los autores españoles de ese momento), mi simpatía y ganas de ahondar más en su lectura fue en aumento.
Juan F. Guerrero, escritor por iniciativa propia y, según parecía, sin mucho interés por ser publicado, contaba historias futuras del mismo modo que otros de la talla del mismísimo Domingo Santos, y, alguna de esas historias, brillaba con mucha, muchísima luz propia.
Las narraciones de Procesos cuasiestáticos, estaban (están) en su mayor parte apoyadas en el mundo del robot o del androide, y llaman la atención por su gran calidad; su nivel de humanidad, y también su ingenuidad.
Una maravilla; todo «el proceso en sí», tanto el libro, con ese significado que, tal vez sin quererlo, ha ido tomando con los años (una pequeña parte de la primera etapa de uno de los editores más entregados y menos interesados, y por supuesto, una gran persona), como su auténtico contenido. Todo rebosaba, como ya auguraba ese primer contacto sin lectura, añoranza; el despertar del interés, el «click» en mi imaginación. Profundizar en historias tan hermosas, unas policíacas, otras sencillamente de amor, alguna también de misterio, incluso aquellas que mostraban inventos tales como aquel que era capaz de fotografiar el interior de los sueños (algo que, de hecho, yo misma soñé y fue el germen de mi novela Alma15); todas ellas despertaron mi fascinación por ese autor del que yo, personalmente, no sabía absolutamente nada.
¿Qué habrá sido de él? ¿Habría vuelto a perder el interés por ser publicado? En la época en la que fue editado el volumen de Procesos cuasiestáticos, se intuía que ese interés por dar a conocer sus obras empezaba a despertar, pero en vista de que no aparecen relatos suyos en ninguna de nuestras publicaciones actuales, debe ser que ese interés se desvaneció… Lástima.
También es cierto que, según cuenta la pequeña biografía incluida al final del pequeño volumen, Juan no había sido picado por el gusanillo del ego; escribía para sí mismo: realizando un ejercicio de auto-esparcimiento y auto-entretenimiento, así de simple. Así que, ¿quién sabe si no terminó cayendo en un último ejercicio de auto-ostracismo a nivel creativo?
Sea como fuere, y siempre gracias a esa bella estela que ha dejado en mi memoria tanto la lectura del librito como, en última instancia, esa minúscula aunque curiosa biografía, mi interés aumentó mucho más al concluir el libro y reflexionar sobre su lectura. Pero eso sí, de poco me ha servido todo esto.
Actualmente, sigo sin saber nada a cerca del autor. ¿Qué fue de él? ¿Tenía tan poco interés en ser publicado que dejó de escribir? ¿Lo perdió definitivamente; se le escapó lo que sentía por la ciencia ficción? O por el contrario ¿sigue en la brecha, pero lo hace en la retaguardia? (Dejando caer alguno de sus hipotéticos y recientes escritos sobre sus personas más allegadas).
Todo son interrogantes para mí. No obstante, desde el primer momento, he tenido claro que sea lo que fuere lo que haya ocurrido con dicho autor, el buen rato que me ha hecho pasar merecía la pena ser contado; unas pocas líneas en esta web no vendrían mal, ¿no? Qué menos. Y, además, así, sin más, sin ningún tipo de interés personal. Sin trampa ni cartón. Sin esperar nada a cambio. Solo por el simple hecho de pensar que porqué no traer el pasado al futuro, y recordar con él que ya antaño se luchaba por este género; que siempre ha habido cantera, tanto de autores, como de editores. Que no lo olvidemos, el interés por editar un género como este, no viene de ahora; no es único e intransferible de esta época Internetera.
Ciertamente, gracias a personas como es el caso de Juan José Aroz, es que hay maravillosas y antiguas obras cogiendo polvo en muchas de las estanterías de aquellos que iniciaron nuestro fándom; la imaginación de un sinnúmero de autores, amarillea junto a las mismas páginas que enseñaron a estas obras la luz de las ávidas pupilas del lector, y ahora, quién sabe, seguro que esperan ser rescatadas, como es el caso de este Procesos cuasiestáticos.
Y digo yo, ¿por qué no?
En fin, no sé. La cuestión es que me sentía en la obligación moral de transmitir esos buenos momentos que, Juan F. Guerrero, me ha hecho pasar con sus relatos. Por ello, esto no es más que un pequeño homenaje, tanto al publicado como al publicador. ¿Conseguiré con él rescatar viejas, aunque muy aptas obras? ¿Resucitar el interés de aquellos que utilizaban su pluma y ahora no lo hacen? Quién sabe, pero, sea como fuere, lo que sí es cierto es que acabo de arrancarme una pequeña espinita; ya sabéis, trayendo brevemente algo tan bello como es el pasado —la historia de nuestro género, de nuestros autores, de nuestros editores—, al presente.
Y ahora, la guinda del pastel; las curiosidades de la mejor de las manos… Otra bella historia que merece la pena ser contada, y que por supuesto le da mucho más sabor a esa pequeña reliquia que es uno de mis tesssssssoros.
NOTAS A CERCA DE LA EDICIÓN DE PROCESOS CUASIESTÁTICOS
Por Juan José Aroz
En los comienzos de la democracia, me animé a publicar unos fanzines densos y caóticos.
Fueron cuatro números fotocopiados con ¡dos cabeceras diferentes!
Esa primera etapa mía como faneditor se cerró con un libro titulado Procesos cuasiestáticos del escritor valenciano Juan F. Guerrero.
No tenía mucho dinero (entonces era estudiante) y preparaba yo mismo la revista con una máquina de escribir y el «corta y pega» de tijera y pegamento…
La distribuía luego entre amigos, librerías alternativas o, por citar un sitio majo, en la Cuesta de Moyano en Madrid.
Las Hispacones de esa ciudad en el ’79 y ’80 me sirvieron también para contactar con más aficionados. Zikkurath, Blagdaross, Psicosis, Space Opera son nombres de publicaciones coetáneas.
Con Roberto R. Toyos y Pablo Gutiérrez formamos después el grupo Caos y teníamos una tertulia no oficial, entre amiguetes.
Desaparecido el anterior régimen buceaba en revistas tipo Ajoblanco o Star y leía a Jack Kerouac junto a Brian Aldiss, Nueva Dimensión o Kropotkin… en fin, eran tiempos de mareas revueltas (¿nuevas olas…?) en los que los de mi generación intentábamos buscar nuestro sitio. La apertura en el país nos traía cantidad de información interesante y de experiencias diferentes para probar.
En apenas dos años de fanedición, ya me atreví con un libro, saltando por fin de la fotocopia a la maquetación IBM y la imprenta.
Hay que tener en cuenta que hablamos de años en los que aún no había llegado el ordenador y el bendito software de autoedición.
Así que ahí estaba yo en la sede de IBM de Bilbao hablando con la empleada para que se «enrollase» y me pasara las páginas de la antología de Juan F. Guerrero a formato IBM… ¡y lo conseguí! 🙂
Me lo hizo sin coste y ya sólo tenía que asumir la impresión offset del libro con portada de cartulina a dos colores.
El resultado fue un ejemplar que para la época no estaba nada mal.
Lo vendimos sin problemas, agotándose al poco tiempo.
Después no volví a sacar nada. Me tenía que ir a la mili y abandoné el fándom.
En los años intermedios mi vida trascurrió por otros derroteros.
Seguía de forma esporádica los libros o películas del género… hasta mi regreso en el ‘94 con los Cuadernos Espiral.
Un accidente de tráfico que me provocó una lesión medular, me hizo tomarme la vida con más calma y retomar mi tarea de promoción de la CF que se hace en nuestro país.
Sobre Juan Francisco Guerrero, os puedo decir que en Valencia había un fanzine llamado Psicosis de José Vicente Rojo y un grupete de gente muy maja.
Juan Francisco escribía también en colaboración con José Alberto Gónzalbez.
Estuvimos alguna vez con ellos y tengo un buen recuerdo de las sesiones de jazz. 🙂
Cuando regresé en el ’94 ya no estaban en el fándom. Recientemente he vuelto a ver textos de José Vicente Rojo por ahí.
El diseño de portada fue de Antonio J. Morata, dibujante que colaboró mucho con nosotros y que continúa en activo hoy en día.
Se basó en la ilustración de la película If… ¿os acordáis de ella?
Malcom Mc Dowell y sus colegas rebelándose contra el sistema.
Sí, era también hora de escuchar a Pink Floid con Another brick in the wall.
© Copyright de Pily Barba y Juan José Aroz para NGC 3660, Abril 2017