«Miró hacia arriba, pero allá todo estaba oscuro; enfrente de ella se extendía otro largo pasillo, y el Conejo Blanco corría hacia abajo aún al alcance de su vista».
Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll.
La culpa es del Conejo,
quise creer pues ya sabía mi nombre
y se había iniciado mi programación de silencio:
accioné los mandos
y borré todo el Mundo del Espejo
como si fuera dios,
o al menos una brizna de dios
que lleva en la mano izquierda el áncora de la muerte.
La culpa es del Conejo.
Son suyas todas las culpas imposibles.
No sabía que él me había construido frente al vacío,
bordando en mi memoria la mueca del suicida.
© Copyright de Elaine Vilar Madruga para NGC 3660, Julio 2017
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