Antes tuve el rostro de un dios sobre mi rostro,
acaso la palabra que nadie conocía
para bordarme la certeza del camino.
Ya no.
Me he perdido en el viaje de los pecios
que navegan sobre los ríos del Tiempo,
en saltos a través de dimensiones
como abanicos de plumas.
Soy vieja.
Sólo yo controlo las rutas de regreso a casa,
donde quizás me esperen los santuarios
de la anciana Tierra
-¿existirá aún?-,
o el silencio.
Prefiero quedarme de este lado,
sumergida en los óleos del Tiempo
como la breve hoja que no soy.
Prefiero quedarme embalsamada
entre los pliegues del cosmos,
conocer la respuesta y el enigma
de tantas estrellas innombrables,
la insólita música de aquellos que
-como yo-
quedaron atrapados
dentro de los ojos
del último dios clarividente.
© Copyright de Elaine Vilar Madruga para NGC 3660, Junio 2017
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