El uniforme ceñido apenas si disimulaba las formas que se revelaban por salir de su encierro.
Toda una dama relegada a unas funciones que ni su doncella personal osaría desempeñar, solo una criada de medio penique la jornada podría hacerlas. Pero tenía que comenzar desde cero. Nadie repara en un grumete que hace bien su trabajo, y se esforzaba porque así fuera.
El trapo rozó las botas del capitán, salpicando el brillo azabache de su calzado. ¿Qué hacer? No podía mirarle a la cara, temía que descubriera en su mirada el amor y la admiración oculta bajo las largas pestañas y las cejas bien delineadas.
El gruñido surgió con la fuerza de un trueno y pareció interminable. Las palabras que siguieron al incidente no dejaron aguardar la reacción y las consecuencias de la torpeza de sus actos. Le invitaron a seguir sin levantar cabeza los pasos del oficial, que la obligó a entrar en una sala oculta. Temió la muerte.
Aquella noche, la cena y el baile de gala desenmascaró a la tripulación y a los oficiales del Nautilus. El aguerrido capitán Nemo se entregó a la limpia disputa de más de una treintena de damas que, durante unas horas, pudieron volver a serlo en un nuevo intento de conquistar al hombre más atractivo del mundo.
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Marzo 2019 [ Especial Féminas 2019]