La gente como Nene

 

Por Fernando Cámara 

A veces trato de recordar muchas cosas, eso sí, siempre con cuidado, porque cuando Nene te mira parece saber siempre lo que estás pensando. Es como si los ojos delataran absolutamente todo lo que te pasa por dentro. Hay gente como Nene que lo adivina con un vistazo rápido. Y luego resulta que se siente muy por encima de ti y no sabes qué hacer. Sólo te queda la opción de correr lo más rápido posible para huir de sus manos.

Nene no es ni mejor ni peor que otros. He pasado por familias más terribles y dañinas. Y aunque no abundan, también he estado con personas bastante consideradas.

El truco para convivir está en mostrarse un poco receloso, incluso violento, no dejar que se sientan tan dueños, que sepan que te puedes volver contra ellos en el momento que quieras y, sobre todo, que no te sometan nunca a sus absurdos juegos. Si no lo haces así, estás perdido.

A Nene le tuve que asustar ya de pequeño pues no paraba de darme pellizcos para que le gritara. Entiendo que era muy chico, pero el tiempo ha venido a demostrarnos a todos que tiene mucha malicia, tal y como pensé cuando vi sus brillantes ojitos, recién venido de la maternidad. No es cuestión de familia ni de educación; sé que los hay nefastos, duros, con ganas de hacer daño cuando menos te lo hueles. Aunque a veces les entra un estado de ternura muy tonto y son los que, a ratos, te tratan como nadie. Son tan raros.

Como decía antes, asusté a Nene, vaya que si le asusté. Eso se sabe cuando la víctima se queda muy callada, tan callada… y luego no te dirige la palabra en unas horas, como por miedo a que todavía puedas continuar con ganas de gresca. El miedo es la mejor reacción que pueden tener porque de otra forma…

Nene es diferente, se le olvidan los temores al rato. Sé que me quiere hacer daño y cuanto más le dejas (lo digo por los días en que te levantas indiferente y que te da todo igual) más quiere. Incluso creo que llegaría a matarme sin sentir la menor pena.

Es angustiosa la sensación de estar adormilado frente a la lumbre y no poder relajarte del todo por el terrible presentimiento de que Nene anda acechando desde cualquier ángulo del salón. Lo peor es que todavía le quedan un par de años para ir al colegio y eso es mucho tiempo.

Ya me he planteado largarme de aquí muy seriamente, pero antes de hacerlo os juro que a Nene le voy a dar tal susto que no volverá a maltratar a nadie. Y después… me dedicaré a buscar un nuevo hogar idealizado que al final resultará peor que los anteriores. A lo mejor desaparezco sin que nadie sepa nada, sin que Nene se entere. Seguro que eso le duele más que si le atacara violentamente; ya sabéis que es muy rarito para todo.

Pero lo que es seguro es que no vuelvo a una casa con niños, por muy buenos que se presenten y luzcan caras tan dulces y graciosas como la de Nene. Cuesta tanto aguantar este martirio que sientes cómo se te consume la vida con cada molestia, con cada mala idea, con cada pellizco. Aunque después son tan idiotas todos que se echan a reír, como quitándose culpa. Lavan su conciencia diciendo que no importa, que justamente para eso estás parido con siete vidas.

© Copyright de Fernando Cámara para NGC 3660, Enero 2018