Entrevista/presentación: El informe Monteverde y Lola Robles

 

 

por Begoña Pérez Ruiz

Lola RoblesLa tarde del pasado 6 de junio en el Espacio de Igualdad Hermanas Mirabal (C/Juan Pantoja, 2, 3ª planta. Madrid) tuve el honor de presentar la nueva edición de El informe Monteverde publicada por la editorial Crononauta con una preciosa portada e ilustraciones interiores, todo ello creado por Marina Vidal. La autora y amiga, la genial Lola Robles, me invitó a hacer de madrina de su criatura sin saber que yo nunca había presentado un libro que no fuera mío. Toda aquella persona que haya acudido a alguna de mis presentaciones sabe que tengo la tendencia, deformación profesional de librera y lectora apasionada, a recomendar y hablar de otros libros más que de los propios que presento. Afortunadamente, no caí en ese desliz con Lola y me limité a hablar de su libro…

Bueno, sí, cuando terminó mi ronda de preguntas sobre El informe Monteverde, salieron a colación otros temas y libros como esa grandiosidad que es Mujeres y maravillas de Pamela Sargent. Pero, para que quede constancia de que hablamos muy y mucho de su obra, aquí os resumo la presentación:

»Además de algún cuento, he leído hasta el momento tres novelas cortas como parte de la ficción escrita por Lola y estoy contenta de que me haya tocado presentar El informe Monteverde porque es mi favorita hasta el momento y no digo esto porque yo sea su madrina y me parezca la «niña más bonita». Para haceros una pequeña sinopsis sin spoilers de la historia, os contaré que se narra de manera resumida la experiencia de Rachel Monteverde, experta lingüista, que es destinada por la Sociedad para el Estudio de las Lenguas Interestelares a un remoto planeta llamado Aanuk. Este mundo no cuenta con el desarrollo tecnológico de otros planetas humanos como la Tierra, Funchal o Vodar (Planetas Centrales de la Confederación de mundos humanos). Y esto se debe a que Aanuk, como ocurriera con el planeta Yabarí, que se menciona en la historia y que es el principal escenario de la novela corta del mismo nombre, es un mundo exterior, con posibilidad de ser colonizado pero alejado del epicentro de la Confederación. Aanuk es un mundo habitado por dos etnias que apenas se relacionan entre sí y con serios prejuicios de unos con otros: los aanukiens nómadas y los fihdias, ciegos de nacimiento y habitantes de las cavernas. El libro está estructurado a modo de extractos de entrevista, partes del informe de Monteverde y experiencias personales de la protagonista. Pese a ser una novela corta, dispone de suficientes descripciones para hacernos una clara idea de cómo es Aanuk y los pueblos que lo habitan, así como de la vida concreta de los personajes que forman parte de la historia y su forma de ser».

Portada El informe Monteverde, Lola RoblesAl principio, cuando nos internamos en Aanuk, sobre todo cuando nos describes a los aanukies a través de los ojos de Rachel Monteverde, los vemos como humanos alegres; son auténticos nómadas rodeados de un planeta repleto de belleza; con recursos, sin guerras y donde además la naturaleza sigue siendo casi virgen. De hecho, nos parece encontrarnos ante un mundo utópico. Pero, más tarde, sobre todo al conocer a los fihdias, somos conscientes de que los aanukies no son tan inocentes ni tan maduros como pudiera creerse. ¿Quisiste hacernos ver con el contraste de ambas etnias que la utopía total no existe, aunque sí es posible que surjan y puedan permanecer en el tiempo sociedades donde valores como el pacifismo y el ecologismo sean representativos frente a otros más propios de nuestra globalización occidental, como pueden ser el consumismo y el incesante desarrollo tecnológico? ¿Es este mundo de Aanuk tu idea de una utopía?

Sí, imagino que sí, aunque no lo hice de una manera consciente, pero me dejé arrastrar por el locus amoenus, el lugar idílico, idealizado en la literatura, sobre todo en cuanto a la naturaleza hermosa y virgen. Aunque con los años me he dado cuenta de que sobre todo soy un animal de ciudad, necesito asfalto. La naturaleza es bonita, pero no para vivir cada día allí, no para mí.

Uno de los temas recurrentes en la literatura de CF es el llamado «maquinismo» que ahonda en cómo pueden afectar en la sociedad humana los avances tecnológicos, las máquinas, los robots, las IA’s… Hay dos vertientes a la hora de tratar este tema: la tecnofobia, en la que se ve que estos avances pueden ser problemáticos para la raza humana o la tecnofilia, o lo contrario. Los habitantes de Aanuk son reticentes a todo avance tecnológico, prefieren mantener su modo de vida un tanto primitivo. Lola, ¿eres tecnófoba?

No, que va, me gustan mucho las máquinas, todas, más que los humanos. Soy tecnofílica.

Entonces, coincides conmigo en que lo que te da miedo no son los avances tecnológicos sino quién maneja dichos avances; qué persona poderosa está detrás de ellos y con qué intención.

Sí, claro.

A lo largo de la historia de la literatura, pensadores como Rousseau sembraron el mensaje filosófico y en su debate trataron profusamente «el mito del buen salvaje». Este, establece que los seres humanos en estado natural somos virtuosos, amables, ingenuos y confiados, buenos por naturaleza, y es la sociedad la que nos pervierte. Así, muchas obras de ficción como Tarzán, El libro de la selva e, incluso, Un mundo feliz, han hecho uso de ese «buen salvaje», si bien actualmente es un mito más que refutado por antropólogos y etnógrafos.  Tú nos cuentas también que, en cierto sentido, los aanukiens, que han salido de su mundo y han visto sociedades más avanzadas tecnológicamente como es el caso la Tierra, están descontentos cuando regresan a su mundo natal; ansían algo más, como si su espíritu puro nativo se hubiera corrompido. Al dar forma a los habitantes de Aanuk, ¿te influyó el mito del buen salvaje de alguna manera?

Sí. Personajes literarios como Tarzán siempre me han atraído. De niña era fan de las películas de Johnny Wwissmüller. Sí, yo también, de cría me pasaba el día en pelotas por casa gritando que era Tarzán. Aunque en realidad esas películas no reflejan ni de lejos al verdadero protagonista de las novelas de Edgar Rice Burroughs. No, es cierto, el Tarzán literario no era un personaje tan infantil, era más culto y aristocrático.

Ilustración interior de El informe Monteverde, de Marina VidalLola, yo, personalmente, veo a los aanukiens más que como «buenos salvajes», como anarquistas primarios: me recuerdan a los hobbits de Tolkien. Y hablando del Gran Profesor… El Señor de los Anillos es una de esas obras de literatura fantástica donde la creación de lenguas es parte de los mundos desarrollados por su autor. Una de las cosas que más he disfrutado de tu libro es cómo la lingüística termina siendo el eje central: ese estudio de las distintas lenguas del planeta Aanuk. Por una parte, el aanukie, por otra, las dos lenguas fihdia: el común «imu» y la sagrada para hablar con la divinidad «gutia» que solo puede ser aprendida y usada por las mujeres tanka-la-intu. ¿Consideras que la creación de lenguas ficticias enriquece a una buena historia fantástica, le da fuerza al mundo imaginado?

Bueno, quería tratar la lingüística en la CF porque me apetecía hacer una historia hard basada en la lengua: soy de letras y no puedo usar como punto de partida las ciencias para una novela de este tipo. La creación de un lenguaje es siempre algo atrayente.

Imagino que también te influiría la novela de CF Empotrados de Ian Watson, donde la lingüística es asimismo muy importante.

Sí, claro.

Sobre tu clara preocupación por el lenguaje, su origen y su uso, nos encontramos de nuevo con la dicotomía aanukiens-fidhias. Para los primeros, los colores y su percepción son esenciales y eso se refleja en su lengua cargada de términos que proceden de los colores. Igualmente, como seres altamente pasionales y emocionales, también los sentimientos tienen muchas palabras a la hora de ser expresados en palabras. Cosa que es muy interesante teniendo en cuenta que muchos colores están asociados a sentimientos concretos desde el principio de los tiempos. Por otra parte, tenemos a los fidhias que al ser invidentes no tienen en su lengua término alguno que indique color ni nada parecido, pero son seres mucho más reflexivos y tienen hasta dos lenguas cargadas de otros matices y de riquezas. ¿Consideras que el lenguaje es el que crea la realidad que nos rodea? ¿Existe verdad para ti más allá de la que el lenguaje es capaz de enunciar?

Bueno, esas son preguntas filosóficas al estilo de qué fue antes la gallina o el huevo. Está claro que el pensamiento se estructura a través del lenguaje. Vemos la realidad mediatizada por el lenguaje, pero también en la realidad exterior que nos rodea puede haber cosas nuevas a las que todavía no le hemos dado nombre o no sabemos cómo se llaman y eso no supone que no existan. Lo nuevo siempre nos hace cambiar la percepción de la realidad, eso sí. Además, hay que tener en cuenta, y eso es algo que vemos y sufrimos día a día, que el lenguaje implica poder, influye en la realidad. Jugué con todo ello al dar a los aanukies una lengua sencilla, frente a los fidhias, que tienen dos y su forma de lenguaje es más compleja para complementar su ceguera.

El árbol de Sefarad, Lola RoblesPor otra parte, siguiendo con la importancia del lenguaje, sobre todo como puente para comprender y unir a diferentes culturas, al leer tu historia puedo darme cuenta, no sé si me equivoco, de que consideras que la música es importante en toda civilización. En El árbol de Sefarad tiene cierto protagonismo, aunque es más claro en esta historia donde todos los habitantes de Aanuk son amantes de cantar o salmodiar de una u otra manera, ¿consideras que la música es el mayor lenguaje universal que podemos alcanzar?

Sí, probablemente sí. Pero soy una negada para la música, en realidad hace poco descubrí que existía un grupo llamado los Beatles que creo que tuvieron muchos éxitos musicales (Nos reímos).

Centrándonos en las dos etnias de Aanuk, voy a los fidhias que, sin duda, son mis favoritos, aunque una de las cosas que más adoro de ambos es que carezcan de ambición. Me encanta el hecho de que, pese a su ceguera congénita, sean humanos reflexivos y matriarcales, aunque la religión de la que son adeptos les imponga una serie de reglas estrictas. Pero son más reflexivos y amantes de la meditación que los aanukiens. No ven en su ceguera una maldición y es esta, sobre todo para las mujeres sagradas (tanka-la-intu) la que les permite estar más unidos a la divinidad (me gusta ese concepto abstracto religioso, no se menciona dios alguno). A lo largo de la historia de la humanidad, varias han sido las civilizaciones, como los egipcios antiguos, que consideraban que las personas invidentes estaban más predispuestos para las ciencias ocultas. En Mesopotamía, por su sentido del tacto más avanzado, en ocasiones se les vinculaba con los trabajos de alfarería y albañilería, incluso los asirios les usaban como vigilantes nocturnos por su sentido del oído más desarrollado.  En China se creía que eran seres que se comunicaban con las divinidades. También solían ser grandes músicos. Incluso llegaron, en determinadas zonas de China, a formar cofradías y sociedades con normas; impartían conocimientos de manera oral unos a otros y artes marciales. ¿Te basaste en algún tipo de estos antecedentes históricos al dar forma a los fidhias?

Sí, claro. Desde la antigüedad las personas invidentes han estado vinculadas a lo sobrenatural, o a lo divino. Pero además los ciegos siempre han tenido mucho protagonismo en la literatura, incluso tenemos a Daredevil como superhéroe de cómic y es invidente. De alguna manera nos atraen. Además, está el tema de que padezco un problema visual que me viene de familia. Así que la atracción hacia la ceguera y todo lo que conlleva es evidente en mi caso.

Otra de las cosas que me gusta cómo describes es la religión de los fidhias, son férreos creyentes, pero no tienen un infierno, por ejemplo, aunque como dices en la novela toda religión es a veces consuelo y a veces castigo. Yo, personalmente, aunque soy agnóstica, respeto profundamente a los creyentes y de hecho envidio su capacidad para tener fe en ese algo divino que, como tú bien dices, a veces es un consuelo, imagino, Lola, que tú también respetas bastante la religión en ese sentido…

Sí, la respeto mucho, aunque últimamente siento cierto recelo ante los extremistas religiosos de cualquier lugar. Igual que yo no impongo mi agnosticismo, me gusta pensar que estoy a salvo de que se me obligue a determinado credo religioso.

Otro de los temas sumamente importantes, que yo también soy propensa a tratar en mis historias, es el rechazo del extraño, del desconocido, por puro miedo. Ese sentimiento intransigente lo vemos en los aanukeins frente a los fidhias a los que desprecian bastante y con los que no desean entablar mucha relación por el hecho de que son ciegos y eso les aterra a ellos que están tan acostumbrados a medir su mundo y todo cuanto les rodea a través de sus ojos. Creen que los fidhias son una secta religiosa que han sido castigados por su propia divinidad y su condena es la ceguera, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Existe cierta crítica por tu parte hacia esta sociedad tan obsesionada por el producto visual y puramente estético, esta sociedad que no es especialmente amante de pararse a meditar y aprender a aceptar a cada cual tal como es?

Sí, desde luego. Además, los aanukeins no quieren pensar; no están dispuestos a dejar sus fiestas para practicar ejercicios de meditación como los fidhias; son como niños, rechazan lo que les asusta y lo que les es desconocido o no comprenden.

Portada Yabarí, Lola RoblesComo ocurriera en tu novela Yabarí, aunque la voz narrativa protagonista es diferente, la estructura interna es similar en cuanto a que en ambas hay una mujer extranjera que se interna en un planeta aislado y poco desarrollado con la intención de estudiarlo. En Yabarí había una problemática más social porque era una crítica contra la colonización y explotación desmedida, mientras que en Aanuk la protagonista está haciendo algo más enriquecedor con su estudio lingüístico. Pero ambos son libros que por su estructura recuerdan al tipo de narración que se da en otros como El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. ¿Eres aficionada a ese tipo de libros a medio camino entre la narración de viajes y la de aventuras con mayor o menor crítica social? 

Sí, El corazón de las tinieblas es un libro que me gusta mucho, aunque sobre todo me influyó en Yabarí. Pero es cierto que ambas historias mías responden a ese clásico de la literatura que es el viaje iniciático, el viaje de aprendizaje de la heroína.

A diferencia de Yabarí, donde la protagonista no tuvo tiempo de entablar amistad con otras mujeres de aquel planeta, aquí la amistad entre los personajes femeninos es muy importante y sirve de puente para romper el miedo a lo diferente. ¿Por qué has usado principalmente personajes femeninos a la hora de enfatizar sobre la importancia de la amistad verdadera y sencilla?

Bien, aquí es donde volqué, sobre todo, mi perspectiva feminista: en la amistad entre mujeres. He ido en contra de esa idea falsa y popularizada de que las mujeres somos enemigas entre nosotras y no podemos ser verdaderas aliadas. En esta historia lo importante no es el amor, sino la amistad.

Volviendo a Yabarí, Helevorn, Aanuk y el resto de tus mundos. En ellos no hablas de ninguna entidad alienígena, son todos seres humanos, procedentes de un primer mundo desaparecido nombrado como Uno. La genial escritora de CF y fantasía Lois McMaster Bujold, creadora de la gran saga de los Vorkosigan, tampoco usa culturas alienígenas en sus mundos galácticos y cuando se le preguntó el porqué, dijo que porque siempre que lee historias de CF con alienígenas en realidad estos le parecen humanos disfrazados. ¿A ti te ocurre lo mismo?

No, en realidad, en mi caso es que no tengo imaginación para crear seres extraterrestres.

Portada Flores de metal, Lola Robles(Reímos). Sabes que yo no coincido con esa idea, creo que sí tienes imaginación, por ejemplo, con los habitantes de Helevorn. Me encanta su concepto del yo colectivo, más que interesante en estos tiempos que corren donde la mayoría de nosotros tenemos un ego y un YO que ocupa al menos un bloque de pisos. Podías hacer una historia solo de este mundo, yo la leería encantada.

Sí, me gustaría hacerla, una historia que viniera a ser la tercera parte continuación de mis otras dos creaciones: La rosa de las nieblas y Flores de metal. Ahora mismo tengo muchas ganas de volver a escribir ficción, algo más divertido y laborioso que el ensayo; quiero escribir una gran historia realista que tengo en mente desde mi más tierna infancia.

Si tuvieras que describir esta historia con una sola palabra, ¿cuál emplearías?

Lenguaje.

Como comenté al principio de esta transcripción, tras estas preguntas centradas en El informe Monteverde, Lola y yo seguimos un buen rato charlando ante el público asistente hasta que decidimos que era hora de marcharnos a tomar un vermut fresquito. Solo puedo añadir que os recomiendo la lectura de esta nueva edición de El informe Monteverde y que coincido con Lola en ver en su historia claras influencias de Ursula K. Le Guin. ¡Qué más puedo decir!