La sombra sobre Mechanisburgo

 

| J. Javier Arnau y Beatriz T. Sánchez | James Crawford Publishing | CF-Terror | 
| ISBN:  978-1537580517 | Portada: Ángel García Alcaraz 110 págs. | Sept. 2016 |

Por Pily Barba

Portada La sombra sobre Mechanisburgo

En un primer momento pensé que, si había una historia que se ajustaba como anillo al dedo a aquellas que poblaban las páginas de las, últimamente, cada vez más famosas novelitas de a duro, esa era La sombra sobre Mechanisburgo. Efectivamente, se trataba de una ciencia ficción aventurera sin límites, con un ritmo apabullante en sus primeras páginas y muy, muy loca, con lo que, aparentemente, y siempre mirándola más desde el lado de la forma que del contenido, pensé que podía ser una especie de bolsilibro adaptado. Pero nada más lejos de la realidad. O, más o menos.

En La sombra sobre Mechanisburgo (por cierto, evocador título que hace referencia a un lugar exageradamente tecnificado), concretamente en el planeta Otratierra, y para más señas en su capital Mechanisburgo, nos espera casi desde el minuto cero el aguerrido tecno-policía Robert Tepp; el esperado protagonista que, comportándose de manera totalmente impulsiva aunque sobradamente profesional, es completamente inconsciente de todo lo que se le viene encima al reabrir un antiguo caso, pretendiendo averiguar qué tipo de actividades tienen lugar en torno a esa religión que profesan los que son cien por cien humanos: en la Iglesia de la Veleidad. Sin perder un segundo, porque si en algo en lo que tampoco deja de destacar La sombra sobre Mechanisburgo, es en su constante ritmo frenético (sus mínimos altibajos son del todo perdonables); siguiendo diversos rastros y quitándose sospechosos de en medio para poder meterse en la mismísima boca del lobo, Tepp llega a uno de los edificios concebidos para cierto tipo de ceremonias —desconocidas hasta ese momento tanto para él como para el lector.

Y a pesar de que una vez dentro del templo nos llevamos un buen sorpresón, descubriendo, al tiempo que Trepp, que los antiguos habitantes del planeta Otratierra aún existen —o al menos uno de ellos—; moviéndose hábilmente entre las sombras y respirando con cierta dificultad debido a ese exceso de oxígeno necesario para los que antaño fueron claramente los invasores; los humanos, insisto, a pesar del sorpresón y de la creciente curiosidad, desde luego aquí no es donde empezó mi estupor. Este ya lo hizo en la primera página, justo cuando, tras haber leído la sinopsis de la novela y sabiendo que entre muchas otras cosas hallaría un claro homenaje a dos universos tan atractivos como distantes entre sí —estoy hablando de Blade Runner y el universo de H.P. Lovecraft, aunque me atrevo a decir que, según avanzamos en la trama, también encontramos múltiples momentos Robocop—, descubrí el inicio de una historia tremendamente cosmopolita, ingeniosa y desinhibida, que ya solo con su puesta en escena (al más puro estilo Silberverg), hizo que me volara totalmente la cabeza (precisamente porque me gustan las historias que presumen de una ambientación apoteósica, aunque aquí tiene lugar principalmente en la presentación del policía). Además, La sombra sobre Mechanisburgo cuenta con crecientes tintes de misterio, e incluso una parte muy, muy visual y muy de serie B —al menos el primer encuentro con ciertas «criaturas», o los momentos dedicados al culto.

Pero volviendo a esos curiosos homenajes, personalmente estaba deseando comprobar cómo habían conseguido unirlos; si J. Javier Arnau y Beatriz T. Sánchez, artífices de La sombra sobre Mechanisburgo, lo habían hecho con tino y de manera interesante, y aunque bien es cierto que hay elementos semejantes y poco imaginativos —al menos en la parte lovecraftiana que, por cierto, cuenta con una curiosa meta-historia—, desde luego así ha sido y lo consiguen con creces.

Por otra parte, y esto es muy curioso, he de decir que también me ha sorprendido comprobar que es de las pocas novelas «mutantes» que he leído últimamente, es decir, lo que en un principio parecía una simple y alocada aventura (de a duro), va tomando consistencia y madura de tal modo que engaña y engancha de mala manera… hasta volver a convertirse, hacia su final, en una novelita de aventuras.

Respecto a la parte negativa, imagino que, al haber sido escrita a cuatro manos, sobre todo en los momentos de diálogo (aunque no es así exclusivamente), observamos un estilo no del todo homogéneo. Y es una auténtica pena: con una pequeña revisión profesional, hubiera resultado mucho más atractiva. También está esa transformación del personaje principal, que tal vez la hubiera convertido en una novela mucho más larga y reflexiva, pero a mí, personalmente, me hubiera gustado haberla vivido más intensamente de carne y circuitos para adentro (esto tal vez sea una visión únicamente personal). Y, por último, volviendo a su parte final, aunque no deja de ser todo lo delirante y oscura que debiera, resulta demasiado precipitada (esto seguramente es debido a que, ambos autores, ya tenían en mente una próxima continuación). Aun así, merece la pena llegar a él.

Para concluir, me veo obligada a advertirte que, si estás buscando una historia sesuda y de las que dejan huella, La sombra sobre Mechanisburgo no es tu novela. Ahora bien, si lo que buscas es pasar un rato entretenido y dejar volar tu imaginación mientras disfrutas del derroche de la de J. Javier Arnau y Beatriz T. Sánchez, entonces sí, La sombra sobre Mechanisburgo es una excelente elección. Yo, desde luego, me lo he pasado pipa leyéndola. Y espero más, lo antes posible, de este mismo pelaje y unión.