La ofrenda de Lizzy

 

Por Pablo Martínez Burkett

«I created what no man mind or woman’s womb could ever hope to achieve[1]».
Dr. Herbert West,
Bride of Re-animator.

 

La Dra. Bennett nunca quiso estar ahí. Amaba su trabajo, pero en modo alguno era mujer de acción. Y abandonar su laboratorio le provocaba un sagrado horror. Pero tampoco era necia y pronto comprendió que, si quería salvar a su familia, tendría que aceptar la misión. El entrenamiento fue arduo. No hay nada más desagradable que ejercitarse con unos brutos que conciben el universo como un gran patio de juegos. Sin embargo, la amenaza era real. En su hora, la adopción de protocolos de nombre extravagante se anunció con determinación mesiánica, pero poco se hizo y la vertiginosa degradación estaba haciendo imposible la vida en la Tierra. Melancólica, aún recordaba cuando supervisó la construcción de los cinco especímenes que habían sido encargados a su departamento de inteligencia artificial. Decidió que tuvieran forma femenina. La Dra. Bennett también era una bromista y las llamó Jane, Elizabeth, Mary, Catherine y Lydia. De forma consistente, la segunda hija fue su preferida. Noches enteras le dedicó a Lizzy. Mientras todos marchaban a sus hogares, recelosos pero ilusionados, la Dra. Bennett se quedaba para correr los programas una y otra vez, corroborando con orgullo el minucioso ajuste de los sistemas. Quería que los sueños, los símbolos, las imágenes del recuerdo forjaran una huella que atravesara todas las conductas futuras. Por fin llegó el día. Era momento de decidir.

El tedioso viaje se completó sin mayores inconvenientes. La superficie glacial del Planeta M-1114 se extendía frente a ellos. La Dra. Bennett nunca quiso estar ahí. Lo consideraba una profanación. Quizás no fuera más que un anacrónico prejuicio por la conquista estelar, imperativa ahora. Los infantes bajaron en cerrada formación de combate, asegurando el perímetro. Luego tocó descender al cuerpo expedicionario. Militares y científicos quedarían allí para instalar la primera base. Se esperaba que en cinco años fuera habitable. La ventana de retorno a la Tierra era ínfima y el transporte regresó con premura. La Dra. Bennett lo vio alejarse y sonrió. Nadie notó la diferencia.

 

[1] He creado lo que ninguna mente de hombre ni matriz de mujer alguna vez pudo esperar que sea logrado.

© Copyright de Pablo Martínez Burkett para NGC 3660, Septiembre 2018