La uña

 

Por Santiago Eximeno y David Jasso 

Santi, no seas idiota. Sabes que no ha sido culpa mía. Yo no he tenido nada que ver con lo que ha ocurrido. Cómo iba a imaginar que podía sucederte algo así. Solo era una uña, joder. Una uña. Vete a la mierda. (Te paso la hoja)

 

¿Y qué cojones hacías tocando la parte de abajo del pupitre, David? ¿Qué hacías? ¿Pegar un moco? ¿O buscabas un chicle chupado para metértelo de nuevo en la boca? ¿Quieres uno mío? ¿Eh? (Te paso la hoja)

 

Joder, que solo era una uña, ya te lo he dicho. Estaba clavada bajo la mesa. Siempre me aburro en las insoportables clases de la grulla, ya lo sabes. Como me daba cosa desperezarme, entre bostezo y bostezo me he estirado lo mejor que he podido bajo el pupitre. Y entonces, sin querer, la he tocado. Parecía un trozo de plástico duro, o una rebaba de esa madera barata, pero cuando he tirado de ella y la he arrancado he visto lo que era en realidad: una uña. Una uña entera. Su textura y su forma dejaban bien a las claras qué era, sin duda. Incluso estaba un poco manchada de sangre en la parte de la cutícula. Solo pretendía enseñártela. Somos amigos, hombre. (Te paso la hoja)

 

Ya, perfecto, todo claro. Me llamas por señas, estiras el brazo y me dejas en la mano esa cosa asquerosa. Así, sin más, sin avisar, aprovechando que estoy despistado. ¿En qué pensabas? Joder, me la he clavado. ¿Qué te crees, que me como las uñas de otros? ¡Si ni siquiera me como las mías, como tú! Vaya asco, tío. No tenía ni idea de lo que estabas haciendo. (Te paso la hoja)

 

Estaba mirando a la niña nueva, Santi. Por cierto, es un rato rara. No estaba atento a lo que hacías. ¿Qué culpa tengo yo de que te la clavaras? Si eres un torpe, eres un torpe. Asúmelo. (Te paso la hoja)

 

Que te den. A ver si encima va a ser culpa mía. Y pásame la hoja con más cuidado, que la grulla ya ha mirado dos veces hacia aquí. Y se la nota cabreada. (Te paso la hoja)

 

Vale, Santi, torpe, has dejado la hoja llena de sangre. Con esas manchas no se puede leer lo que escribes. La he tirado, empezamos ahora con esta. La grulla me ha mirado raro cuando he arrugado la hoja y la he dejado caer al suelo, entre mis piernas. Está a punto de echarnos de clase, ya lo sé. Pero no me importa, estoy acostumbrado. Y tú también, así que no empecemos de nuevo. ¿Sabes lo que acabo de descubrir ahora bajo mi pupitre? (Te paso la hoja)

 

No, no lo sé ni me importa. ¿Un moco tuyo? Si es así aprovecha y cómetelo. (Te paso la hoja)

 

Un dedo. Sin uña. Un dedo. Parece el dedo de una niña. Lo he tocado con mis propios dedos y, ¿sabes?, está caliente. Madre mía, yo creo que se ha movido. (Te paso la hoja)

 

Venga ya, David, no me jodas. (Te paso la hoja)

 

Es un dedo, sí, te lo juro. Una falange. Y he tratado de sacarlo tirando de él y no sale. No sale pero se mueve. Es un dedo. Seguro que si tiro más fuerte sale un poco más. Pero no sé si tirar. Y me da no-se-qué que la grulla me eche otra vez de clase antes de saber qué coño está pasando. Al final la nueva, que no para de mirarnos con esa cara de amargada, va a conseguir que se fije en nosotros y nos largue. Me está poniendo de mala leche. (Te paso la hoja)

 

¿Qué dices de que la nueva nos mira? Estás pirado. Y deja de agacharte y meter la mano bajo el pupitre, que te van a ver. Ahí no puede haber un dedo. Eso es una tontería, David. No me asusta. No me asustes. (Te paso la hoja)

 

A lo que vamos… Voy a tirar más fuerte. Ya se ve casi el dedo entero, y no te lo vas a creer, pero hay más dedos ahí dentro, Santi. Más dedos. Hay una mano entera dentro del pupitre, estoy seguro. Los dedos se mueven, Santi. Y no tienen uñas. Como si se hubieran roto al clavarlas en la madera. Más dedos. Joder. (Te paso la hoja)

 

He tirado la hoja anterior. No quiero seguir con esto. Aunque se haya sentado en su mesa, la grulla no nos quita ojo. Tendríamos que estar haciendo los problemas, seguro que nos saca hoy a los dos a la pizarra como castigo. Y si llevo otro cero en matemáticas a casa mi madre no me va a echar una bronca, me va a preparar una buena de verdad. (Te paso la hoja)

 

Te envío un regalo con la hoja. No lo tires, míralo. Es un pañuelo de papel. Lo he pasado por los dedos (joder, tío, da cosa tocarlos, se mueven como las lombrices del otro día). Yo creo que es sangre, ¿no? Y no es tuya. (Te paso la hoja)

 

Eres un guarro de cojones. Pero qué mierdas me pasas, tío. Estás mal de la cabeza y yo más por seguirte el rollo. Esto está empapado, esto es asqueroso. No hay dedos saliendo de debajo de tu mesa. Esto es una chorrada y estoy hasta los mismísimos. Vale ya, déjame en paz. (Te paso la hoja)

 

Oye, Santi, la nueva seguro que nos ha visto, no deja de mirarnos fijamente. En fin, ¿qué has hecho con la uña? Es que se me ha ocurrido de pronto una cosa rara: ¿y si los dedos están buscándola? (Te paso la hoja)

 

Santi, ¿por qué has roto mi última nota sin contestarme? Venga, tío, no me mires así. Más te valdría tocar debajo de tu mesa, puede que la mano esté allí. Buscando. ¿Dónde está la uña? (Te paso la hoja)

 

Que no sé dónde coño está ni me importa. No quiero saber nada más de la uña, ni de los dedos, ni de niñas nuevas, ni de nada. Me estás asustando y no me gusta. Me encuentro mal. De verdad. Déjame en paz ya. (Te paso la hoja)

 

Venga ya, que esto es divertido. Y te va a hacer gracia incluso. Los dedos han desaparecido. La mano que salía ya no está. ¿Seguro que no está en tu pupitre? Mira, mira a ver. Para mí que eran dedos de niña. Como la niña esa que dicen que murió en esta clase el año pasado, ¿te acuerdas? (Te paso la hoja)

 

¡Vale ya! ¡Se lo voy a decir a la grulla! ¡No me pases más papeles! ¡Déjame en paz! Se me ha movido el pupitre. Algo me ha tocado la rodilla. Pero no voy a mirar. No es una mano. No es nada. Y no hay manos, ni alumnas nuevas, ni niñas muertas; eso es una historia idiota contada para idiotas. No voy a responderte más. Si me pasas otra hoja se la doy a la grulla. Ya. Vale. Ya. (Te paso la hoja)

 

Que sí, que sí, que la niña esa se murió en la clase. De un infarto o algo así. Y oye, a lo mejor la mano no es suya. A lo mejor es que vio esa mano y le dio un infarto, vete tú a saber. ¿Tienes tú miedo de ella? ¿De la niña? ¿De la mano? Venga, Santi, dime algo, no te mosquees. Y mira a la nueva. ¿Qué coño hace con las manos en su pupitre? Tío, ¿lo está atravesando? (Te paso la hoja)

 

Santi no está aquí. Devuélveme mi uña. Ya. (Te paso la hoja)

© Copyright de Santiago Eximeno y David Jasso para NGC 3660, Noviembre 2017 [Especial Halloween]