Infetichista


Por Joan Baladre

Los amuletos  en la cual  son práctica materiales considerados fetiches objetos religiosa una es a los que fetichismo se ha portador denominado considera  se es la devoción hacia los  fetiches el al fuerzas naturales o a las  de creencia personas que fetichismo las de también objetos ciertos poseen  o y o sobrenaturales protegen poderes.

 

Ciertamente. Fríamente. Lentamente. La muerte. La vida. Láudano del tiempo en el que no hay hay hay hay gritos más. Aquí obtengo lo mío, entre las umbrías para los que no quieren ver. Ver. Porque lo traje de allí. Los símbolos al final te encuentran.

Yo. Ego.

Fue una niña informe quien me lo trajo, por decir algo algo algo. Más bien oscuridad lenta. El reflejo es lo mejor porque hace dilatar mis pupilas, le doy las gracias mientras tengo una potente erección.

Yo. Semen. Tierra. Escoria. Caca.

 

El mundo hace tiempo que se acabó. Es ruina pura y dura. Polvo que se deshace, pues el recuerdo es la más grande mierda que se pueda clavar en la mente. No hay lugar para ello. En el desierto desiertooo las moscas no tienen ni sombra. Pero yo me salvé. No fui uno de los 11 millones de votantes. Sabía lo que iba a pasar. Los símbolos me lo dijeron. Ellos me lo dicen todo todo todo. Los adoro. Quizás o quizás no sacrifiqué a mi familia entera por ellos, pero es algo que se aboveda en alguna parte incógnita del cráneo (x siempre es una puta incógnita ta ta ta).

Estrellas de cinco puntas.

Ellas tienen el poder. Y si digo que soy el ciego es porque en vez de ojos tengo clavadas dos estrellas de cinco puntas puntitas. Putas. Y en cada pared y en cada esquina hay una. Y en cada rincón de mi cordura. Y en cada recoveco del alma o como quiera que se llama esa cosa. Porque no soy religioso. No no no. Pero creo en estos fetiches. Y meo orines con sangre por ellos.

Y ese puto día se acabó. Creo que hubo una infección de imbecilidad. Me importa una puta mierda. Yo estoy vivo y los demás la han palmado.

Albores. Salvado.

Una plaga de sabandijas y gusanos es lo que se merecían. Contad las palabras con vuestras bocas podridas.

Estaba claro.

Me corté las yemas de los dedos al palpar las suaves aristas, había algo que no era sangre. Era una apuesta para escupir más. En el plasma se veía la imagen del Señor Presidente Rajador; difusa y lejana, retórica y más retórica que pasó a ser a ser algo como: ammgwwdg xpprttwff aggghyyes dfr hhhyiooo… Hasta que hubo un chispazo: ¡Zummmm! Y aquel hijo de puta de repente, se parte de la risa mientras anuncia:

Sí, queridos hombres y queridas mujeres. Niños y niñas. Es la hora de morir.

¡Y una mierda cabrón!

 

… Aquel día había bebido tantas cervezas que estar borracho era puro arte. Botellines y botellines, botellines míos y de mi alma, con vuestras pegatinas mostrando las estrellas de cinco puntas. Y en realidad no era cerveza, no. Era el antídoto contra la estupidez, la gilipollez y la tontuna. Y eso me iba a salvar de acabar hecho una silueta volatizada, de ser un titiritero de sombras chinescas, de su puta madre. Y había cuerpos señalados con cuadrados negros, y dichos cuerpos reventaban como sandías. Pero en ese momento, eso no era real o mi mente así lo consideraba pese a que me pringaba de sangre y otros fluidos corporales.

Papá, ¿ves cómo revientan?

Sí, claro.

Mola.

Sí.

Papá…

¿Qué pasa?

¿Te has tirado un pedo?

La pirámide de cajas es tan enorme y fascinante cuando cae y se dispersaba en posiciones geométricas con respecto al caos y al punto de vista inmediato del observador.

Dame otra cerveza niña, esto es vida de verdad. ¡Burrrrppp!

¡Joder!

Perdón.

Que niña tan bonita con cinco cabezas y cinco brazos. Hermosa y encanto mío.

 

… Este es mi papá. Lo quiero mucho. Es la única persona que supo ver lo que iba a venir y le ayudé en el trance. Era la apuesta. Y yo la hija de la quinta estrella de las cinco puntas supe calmar todo lo que tenía. Era el pilón para que la realidad no cayera entre las dimensiones de la no-dimensión ya que las ABM (Amebas Rebeldes de Marte) se disponían a quebrar el tiempo y la estabilidad de todo el ciclo puesto que su poder colonizador caníbal no conocía límites. Al girar el penta-detonagrador se había puesto en marcha el plan para liquidar al presidente Rajador por medio de ondas alfa de inutilidad.

¡Oh yeah!

Y esto llevaba al pueblo a la muerte por hambruna psíquica. ¡BOOOMMM!

Así que la fase que se repetía cinco veces en cinco puntas de la argamasa que debía de vibrar a través de mi padre al estar inducido por las ondas de las cervezas quincuamagnéticas.

Y es un fetiche, que a lo mejor desagradablemente podría decir que me lo meto por uno de los cinco coños… muy fácil solución.

¿Pápá?

¿Qué?

Te quiero.

Y yo.

 

…Y llegado a esto me pregunto si esto es para partirse de risa, como una apuesta que empieza en cinco minutos y que te puede dejar con los pantalones bajados bajaditos. El fútbol es malo para eso, pero ahora creo que ya no es posible: los campos de fútbol son centrales eléctricas inviables que no sirven para nada más que preguntarse para qué se construyeron si no se pueden usar. ¿Especulación? ¡Comed hormigón cabrones!

Pero entre todo, he dado con una rueda. Me rasco la cabeza y hago ruidos de simio. ¡Una rueda con radios de cinco puntas! Y cerca otra más. Pero lo mejor es que hay también una montura de bicicleta. Así que con un poco de inteligencia básica basta para poder montarla.

¡La bicicleta del infierno! Y no hace falta llevar casco porque un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.

Sube hija mía, crucemos este mar de fetiches en ruinas.

Sí.

Vamos a perdernos un rato por ahí.

¡Vale!

El decorado de cartón-piedra; gótico, decadente, ruinoso, se va alejando en un plano de imagen bastante triste. Se difumina. Se convierte en una mancha, en una espiral. En algo que parece tener cinco puntas. Un último fetiche el cual tomar, chupar o mordisquear. Una locura para unos y una salvación para otros muchos.

© Copyright de Joan Baladre para NGC 3660, Mayo 2017