Por Fernando Cámara
Publicado en el diario Eco de la Nación, el 17 de junio de 1956
Hoy se cumplen ocho años de la encarnación de los 50.563 maniquíes fabricados originalmente con poliéster. Aquella noticia que en su momento generó una avalancha de escépticos, de curiosos y multitud de sorprendidos, hoy apenas refleja su evolución en breves crónicas de sucesos. Y es que a todo nos acostumbramos.
Durante este tiempo hemos disfrutado —por la novedad— y sufrido —por el exceso— de las numerosas entrevistas concedidas por estos extraños pobladores. Sus declaraciones no aportan interés alguno; reflejan a personas simples, sin talento y faltas de ambición. A pesar de ello, se amontonaron las peticiones de adopción, compra o alquiler para estos seres, dirigidas principalmente a la casa fabricante y a los gobiernos de los países que los declararon ciudadanos corrientes, con idénticos derechos.
También se habló de lo estupendos amantes que eran, aunque a esta información no se le debe dar demasiado crédito, ya que casi todos los que hicieron pública su relación con alguno de ellos eran gentes amigas de la notoriedad o de la presunción genital. Sin embargo, sí es cierto que a raíz de esta novedosa mezcla se han generado amistades duraderas, amores de alta fidelidad, celos, envidias y, por supuesto, crímenes pasionales. Esto último, nos sirvió a su vez para constatar que eran tan mortales como cualquiera de nosotros.
Quizá, por el momento, la mayor diferencia radique en su incapacidad para procrear. Pero, de cualquier forma, para eso nos bastamos nosotros. Y para cuando se haga efectiva la caducidad de estos sorprendentes maniquíes, quizá otro nuevo milagro indescifrable para nuestros más avezados científicos nos ofrezca una nueva ración de estos simplones y aburridos camaradas.
Por cierto, todavía está pendiente el tema del fisco. La oficina central intenta designarles una clasificación particular. Un asunto polémico ya que, excepto por su imposibilidad reproductora, son idénticos a nosotros, e incluso de individuos estériles está el mundo lleno. Sin embargo nadie ha afirmado que pretendan incluirles en un régimen impositivo menos severo. Al fin y al cabo, la mayor parte de sus cuantiosos ingresos proviene de las entrevistas y de los análisis científicos originados por su propia condición. Y es que, a pesar del poliéster, de Hacienda nadie escapa.
_____________________________________________________________
NOTA: Según el último sondeo del censo, quedan vivos 48.675 seres de poliéster.
© Copyright de Fernando Cámara para NGC 3660, Abril 2018