| David Jasso | Equipo Sirius Transversal [1ª edición] | ISBN: 9788492893225 | | |||
| Terror – CF| 294 págs. | 2010 | 18,91€ [en Cyberdark] | | |||
Por Pily Barba Volver a la palestra tras unos (muchos) meses sin reseñar obra alguna, se me hace raro y, quizá, algo más complicado de lo habitual. No obstante, regresar de manera intermitente con una novela como es Feral bajo el brazo, al menos lo convierte en algo más cómodo y divertido. Y se agradece. Sobre ésta, sobre Feral, podría empezar diciendo aquello que tal vez encaje mejor hacia el final. No obstante, como no puedo evitar sentir esa extrañeza que decía, me saltaré algunas reglas y comentaré que Feral, es una de las mejores novelas de este año (2010): una historia magnífica a todos los niveles, con todo lo que un lector de género puede esperar. Pero eso sí, ¿de qué lector estamos hablando? ¿Del lector de ciencia ficción? ¿Del lector de terror? Bien, se podría decir que de cualquiera de los dos y de los dos al mismo tiempo (y tengo suerte porque este último es mi caso). Tanto monta… De hecho, si hubiera de poner un tanto por ciento a cada uno, no sé qué tanto por ciento le daría a un género y cuánto le daría al otro, aunque está claro que la palma se la termina llevando el terror. Eso sí, queridos lectores, la ciencia ficción no se queda muy atrás. Y ese es precisamente uno de los puntos fuertes y atractivos de Feral: que ha sabido unir y combinar perfectamente ambos géneros. Pero, vayamos por partes… Feral tienen lugar en una estación minera: Minerespace —en realidad una macroempresa—, un hábitat cuyas instalaciones han sido pensadas, construidas y programadas, buscando siempre la comodidad y el bienestar de sus habitantes y trabajadores. La computadora principal de la colonia, tiene en cuenta, como es natural, además del factor psicológico cualquier mínimo detalle para poder optimizarlo y sacarle el mayor rendimiento en beneficio de sus colonos. De esta forma, es imposible llegar a temer algo tan estúpido y vulgar como podría ser la claustrofobia (que es lo primero que a una servidora se le viene a la cabeza), a pesar de que todos sus habitantes conocen los datos auténticos: éstos, viven en un pequeño e insignificante planetoide y están en él, de alguna manera, más que enjaulados. ¿Pero por qué agobiarse en un espacio relativamente pequeño si no es así como lo perciben?, ¿si todo en la colonia es absolutamente perfecto? ¿Por qué sufrir si este, por otra parte, minúsculo escollo pendido del universo funciona a las mil maravillas? De hecho, todo va tan bien que esa hubiera sido la única pega que podría haberle puesto a la novela de Jasso. Y que conste que lo estaba apuntando mentalmente. Por un lado, me sentía un poco decepcionada porque no podía creer que se hubiera conformado con recrearse en unos personajes tan aparentemente anodinos, pero por otro lado, conozco a David, y sabía que nos la iba a jugar sí o sí… por ello, y como cabe esperar, me tranquilicé cuando las cosas terminaron cambiando sin tardar demasiado y, tan drásticamente, que hasta el último de los habitantes de la colonia acababa teniendo la esperanza de morir cuanto antes y sufriendo lo mínimo. Y ese es precisamente el inicio de Feral, y su prólogo, también reflejado en el trailerbook. Estos momentos de agonía, son vividos por una de sus aparentemente banales protagonistas; una nena en la edad de pavo que ruega por morir lo antes posible, mientras describe mentalmente y a la perfección, lo que es el miedo: de una manera sintética y directa. Poética y desgarradora. Pero antes de todo ese caos y del ¿destello de oscuridad?, de su prólogo, que aumenta a niveles exponenciales hasta hacer que el lector llegue a preguntarse por las intenciones del autor y, más aún, hacia dónde quiere llevarnos exactamente y cuál será el límite (a veces no parece haberlo), como decía, anteriormente al caos, el inicio de Feral es asquerosamente perfecto. Los habitantes y su vida en la colonia minera no parecen creíbles. ¡No pueden serlo! Casi todo es cordialidad y orden. Demasiada cordialidad y demasiado orden. Repugnante… Pero, claro, ¿qué se puede esperar de un lugar donde hasta los nacimientos están controlados dependiendo de los mismos nacimientos, muertes y reemigración? ¿Donde el número de habitantes no es mayor de quinientos y sus comportamientos y actividades están siendo controlados permanentemente gracias a su conexión con el ordenador principal, y a ellos mismos, que terminan comunicándose entre sí —merced a sus implantes— como si de telépatas se tratase? Poco a poco nos queda claro que, de alguna sutil manera, hasta el apuntador está adiestrado y cuidado por los sistemas de la colonia. Y bien, especificando un poco más, como decía, uno de sus personajes principales, Marea, se nos presenta como una joven púber que a penas puede pensar en otra cosa que en el chavalín de turno. ¡Pues vaya misterio! Por otra parte, tenemos a un responsable técnico que parece haber cometido alguna infracción y a otro de sus compañeros que… en fin, no es más que un indeseable. Lo dicho, ¡vaya misterio! Como cabe esperar, cada uno vive a su ritmo dentro de ese cálido y cómodo hábitat simulado, hasta que llega el primer apagón y con él, el comienzo de la cuenta atrás: el principio del fin, tal vez, para la raza humana (al menos dentro de la colonia). Pero aquí llega el momento en que uno debe preguntarse si seguir contando, o hasta dónde puede hacerlo sin dejar al descubierto los magníficos secretos que contiene Feral, por ello, no diré mucho más de lo que podría saberse una vez visto el trailerbook: a penas el lector comienza a ser espectador de la vida de los personajes, llegan los problemas: la estación espacial recibe un ultimátum de una raza que pretende exterminarlos. Así, sin ton ni son. Dicha raza, denominada precisamente feral, es una especie parecida a la raza klingon (por su perfil guerrero y por su constante mención y obsesión con el honor). Los ferales, viven para matar o ser matados pues, según sus creencias, la vida es repugnante, indeseable, algo así como un pecado… como dicen o piensan en algún momento determinado: «la vida es una enfermedad que brota en todas partes, un virus que se extiende con rapidez…». Y de esta guisa, se da paso al horror: justo en el momento en que la raza alienígena se hace con el control de la colonia. Situación tras situación, página tras página, tras cada esquina o huyendo de las sombras, contemplando de sopetón cómo son asesinados nuestros semejantes, seremos al mismo tiempo conscientes del cambio que se va generando en esos personajes que, en un primer momento, eran poco menos que insignificantes. Éstos, crecen y crecen, toman forma y coherencia y se convierten en personalidades absolutamente increíbles y humanas —en lo mejor y en lo peor, por supuesto. Entre oscuridad, amenaza, muerte y no piedad, viviremos momentos realmente desagradables, algunos incluso muy gore. Pero también seremos testigos del amor, de la ternura, de la humanidad en el buen sentido de la palabra, sí… Conoceremos lo divino pero también lo animal de los humanos, al mismo tiempo que a una raza muy, muy distinta. Y llegados a este punto, quedaría tanto por decir de Feral. No obstante, me conformaré con añadir que es la mejor obra de David Jasso hasta el momento. Con Feral, nuestro autor se ha superado y lo ha hecho con creces. No sólo es impactante, perversa y reveladora, David ha sabido además combinar, como decía al principio, ciencia ficción y terror; quietud y acción, odio y pasión, de una manera soberbia y espectacular. Y eso no es nada fácil. Grata sorpresa y magnífica lectura. ¡Quiero la película! © Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Enero 2017 |
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PREMIOS RECIBIDOS
PREMIO IGNOTUS 2008:
Mejor cuento: La apertura Slagar
y mejor web
PREMIO IGNOTUS 2010:
Mejor web