Estrellas del Meteoro

| Víctor Sánchez González | Esdrújula Ediciones | Colección Meteórica CF | 
|  ISBN: 978-84-16485-22-2  446 págs. | 2015 | 20€ | eBook: 6,95€ |

Por Pily Barba

Portada Estrellas del Meteoro

Estrellas del meteoro, la primera novela dedicada a la piloto y súper heroína Elsa Layns, del autor y, me da el pálpito, gran optimista Víctor Sánchez González, llegó a mis manos abalada por alguien de confianza y muy buen criterio. Dicho colega, simplemente me dijo algo así como: «Te va a gustar. La prota es muy cañera» y, a pesar de que fue un mensaje de texto, estoy segura de que en ese momento se dibujó una gran y maliciosa sonrisa en su rostro. Ahora entiendo perfectamente por qué.

Hoy, husmeando en Internet para intentar encontrar información diferente a la que ya aparece en la solapa del libro, donde, entre otras cosas, se nos anticipa que el autor además es periodista, astrónomo aficionado, y un apasionado del cine (y bien que se nota), descubro alguna que otra foto curiosa en la que veo, ni más ni menos, que a Víctor Sánchez junto a otro gran erudito y militante de la ciencia ficción: Fernando Ángel Moreno. Ambos, codo con codo, presentaron a Elsa Layns allá por Diciembre de 2015 en una de las librerías preferidas de esta web: Estudio en Escarlata. Qué maravilla, y qué pena haberme perdido dicho evento. Pero, también ahora entiendo por qué Fernando Ángel Moreno acompañó a Víctor. Fernando es profesor de universidad, gran articulista y, como cabe esperar, cada vez que tiene la oportunidad, hace todo lo posible por acercar la ciencia ficción a todo aquel que la quiera recibir, pero, sobre todo, a los jóvenes: a sus mentes, su precioso terreno de trabajo.

Cuando empecé a leer Estrellas del meteoro, me sorprendió enormemente su simplicidad. De acuerdo, gracias a sus mágicas solapas sabía que Víctor Sánchez había utilizado a esta heroína para acerar a los más jóvenes a un género que está clarísimo que le apasiona, y aunque no soy muy ducha en literatura juvenil, seguía llamándome la atención que, efectivamente, fuera un space opera al uso pero con unos diálogos increíblemente ingenuos y unos personajes sorprendentemente cándidos; muy blancos, aun cuando el autor no se corta un pelo en súper erotizar cada una de las tres aventuras que conforman el volumen.

Pero, antes de desvelar algunas de las curiosidades de esta primera entrega —porque ya os adelanto que habrá más, de hecho, la siguiente novela ya tiene título: Elsa Layns. Destino: La Tierra—, añadiré que, Elsa, la intrépida piloto de transporte, adora tanto su trabajo cubriendo la Ruta 5 —itinerario que conecta los cuadrantes colonizados— como las aventuras que este le proporciona. Y lo mismo le ocurre con su libertad e independencia, condiciones que considera imprescindibles para llevar a cabo cada una de sus misiones. De hecho, es gracias a esto que nuestra Elsa —jovencísima, preciosísima y erotiquísima, haga lo que haga y lleve puesto el trapito que sea, aunque bien es cierto que casi todos aquí parecen ser súper guapos—, es una especie de Barbarella pero, en esta ocasión, actuando en consecuencia. Desde luego no es tan «despistada» y aunque actúa y a veces utiliza su sexo con la misma ingenuidad que la pelirroja galáctica por excelencia, ella al menos sabe lo que hace; por qué lo hace, y para colmo, cuando quiere va y lo hace. Chapó, querida, yo de mayor quiero ser como tú.

Bromas aparte, por terminar de describir a la protagonista, esta es una tía maciza pero de lo más normal; a pesar de la vida que lleva, es dura sin serlo, amigable, abierta, positiva y muy, muy noble. De hecho, esto es de lo más llamativo, puesto que estamos acostumbrados a que heroína cañera sea sinónimo de tía borde, y nada más lejos de la realidad: la promiscua Elsa Layns está a años luz del típico tópico.

Pero, además, en el universo que nos describe Víctor Sánchez, la raza humana no sabe si la Tierra es verdaderamente un mito o no; todos han oído hablar de ella en mayor o menor medida; algunos creen, otros no, pero nadie sabe a ciencia cierta si se trata solo de un gran cuento. Es igual. Sea como sea, gracias a esta especie de «excusa», el autor tira de leyendas para hacer partícipes a sus personajes (y de paso al lector le refresca la memoria), en la mayoría de los casos a base de comparativas, de algunos grandes avances en cuanto a tecnología, hábitos, e incluso comportamiento y valores: en Estrellas del meteoro, por cierto, también se habla de machismo.

Además, aquí se vive en paz y armonía, de ahí que sea posible que incluso en las situaciones más comprometidas, salvo el villano de turno, todos los personajes sean tan increíblemente «light»: ya no hay delincuencia, por lo que la gente no necesita mentir ni manipular para llevar una vida aceptable. Esto, el buen rollismo, tal vez sea otra de las aportaciones más novedosas del autor; al menos yo nunca leí una historia con esas bases conductuales de principio a fin.

Otro de los grandes aciertos (aunque no voy a ocultar que la obra no deja de carecer de algún que otro pequeño altibajo), es que el lector no solo vivirá un buen puñado de aventuras viajando junto a Elsa en su modesta pero veloz nave. Además de los viajes espaciales o las cortas estancias en diversas estaciones espaciales, tendremos el famoso Meteoro, juego del que Elsa termina convirtiéndose en toda una experta. El Meteoro, siempre salvando las distancias, es una especie de Quiddith que, además de ser parte importante en las tres aventuras que componen Estrellas del meteoro (sobre todo de la última), está perfectamente desarrollado y es tan estimulante que, de vez en cuando, una vez lo conoces, te apetece leer algún partidito.

Por supuesto, viniendo de un autor que ha bebido de grandes clásicos como es el caso de Asimov o el mismísimo Julio Verne, tendremos curiosas referencias aseguradas (sin ir más lejos, Arturo, uno de los personajes de la primera aventura —mi preferida— parece extraído de la mente del propio Verne), y tampoco faltarán referencias a personajes ficticios del mundo de la ciencia ficción, lo que siempre resulta divertido. Por otra parte, también se agradece esa afición del autor a la astronomía y a la astrofísica.

Para concluir, si bien este jovial, desinhibido y entretenido space opera, pudiera parecer que en un primer momento no se ajusta a aquellos que prefieran disfrutar de una ciencia ficción más sesuda, esto solo se cumplirá si no se le da una pequeña oportunidad. Y hablo con conocimiento de causa: haberme dejado llevar por las locas peripecias de Elsa Layns, sin plantearme mucho más que querer divertirme y descubrir las curiosidades, así como las novedades de este universo que ha creado Víctor Sánchez, ha sido de lo más divertido y desestresante en mucho tiempo. Y a pesar de haberme preguntado en un primer momento por qué mi colega me recomendó Estrellas del meteoro, como ya dije, una vez leída entiendo muy bien por qué. Y es por eso que continúo imaginando su maliciosa y virtual sonrisa: él sabe perfectamente que espero ilusionada la siguiente entrega.

© Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Noviembre 2017