El principito

| Título original: Le Petit Prince | Dirección: Mark Osborne | Francia | 2015 | 106′ |
| Fantasía | Guión: Irena Brignull, Bob Persichetti (Antoine de Saint-Exupèry) | 

Por Pily Barba

A pesar del tiempo que ha pasado desde que fui al pase de prensa, y de haber hablado de ella en Scanners (el Podcast de cine donde, de manera esporádica, colaboro), aun no tengo muy claro si me gustó El Principito o no. Quiero decir que incluso recomendándola, porque la esencia de la novela está ahí y habla de lo mismo y de algo más, reconozco que no haber recibido lo que esperaba —ni más ni menos que contemplar en animación TODA la novela—, me ha decepcionado muchísimo. Y aunque, por otra parte, para mí no suele ser un problema que en determinadas películas se tomen alegres y amplias libertades, precisamente en este caso, sí que lo ha sido. ¿Por qué? Bueno, creo que hay dos tipos de perfiles tras leer la novela; los que terminaron odiándola, bien porque les resultó demasiado ñoña, o bien porque tuvieron que leerla de manera obligada en sus tiempos estudiantiles, y luego están esos otros, entre los que he de incluirme, que decidieron adorarla plena y absolutamente, de manera incondicional y hasta el fin de sus días. Resumiendo: sencillamente porque siento muchísima afinidad hacia ella. He ahí la razón.

Pero entrando en materia, en este film francés de 2015, dirigido por Mark Osborne, nos damos de bruces con un inicio en dos dimensiones muy curioso, muy cercano a la novela, y donde, de hecho, repasan los primeros pasajes de manera rápida, amena y muy fiel. Por supuesto el guía es nuestro querido Aviador, que es quien también nos dará paso al inicio de esa trama principal, el de «la vida real», justo en el momento en el que reconoce estar buscando a alguien a quien contarle sus aventuras.

Y así llegaremos a todos esos acontecimientos que se han sacado de la manga sus guionistas, Irena Brignull y Bob Persichetti. Ellos, nos ofrecerán la historia de una niña que tiene que llegar a convertirse en una adulta maravillosa (afirmación que se me ha quedado grabada a fuego porque además es la esencia de la película). La nena, en primer lugar, se enfrentará al que terminará siendo el peor día de su vida: el examen frente al consejo académico de su próxima escuela. A la pregunta de «¿qué quieres ser de mayor?», la examinada, siguiendo las instrucciones de una mente mil veces programada, saltará por los cerros de Úbeda, y contestará por qué cree que es apta para entrar en esa institución. Y así, de una manera tan bochornosa, habrán de pasar ambas, madre e hija, a su preconcebido plan B: mudarse cerca de la futura escuela —porque la niña es admitida—, y que la chiquilla invierta todo el verano en el Plan de Vida configurado por su mamá (con horarios hasta para ir al baño).

Ya en el barrio residencial, tan gris como la vida de los adultos —cosa que no dejarán de restregarnos durante todo el metraje—, descubrirán que tienen un vecino de lo más particular. De primeras, no sabrán quién es, ni tendrán el «gusto» de conocerlo, pero la apariencia de su pintoresca casita nos dará a todos unas cuantas y muy divertidas pistas: efectivamente, el vecino chalado no es otro que nuestro querido Aviador, y es precisamente aquí donde empezará la historia alternativa; esa otra que podría haber sido pero que desgraciadamente no pudo llegar a ser, puesto que Antoine de Saint-Exupéry, el autor de la novela en la vida real y también la piel del personaje del Aviador, murió en extrañas circunstancias (sin haber podido ver publicada su novela en su propio país), y siendo aun relativamente joven. Bien, pues ninguna objeción al respecto. Algo más tenían que contarnos. De hecho, es bonito ver cómo imaginan que podría haber envejecido este curioso señor. Y también es bonito ver cómo, a partir de ese momento, se van intercalando tanto la trama principal en 3D como las imágenes de la auténtica novela en Stop Motion: ese Principito como de papel maché, que es, él y todo su mundo, un auténtico muestrario de materiales de manualidades. Y es que toda la recreación es una auténtica maravilla. Desde lo más evidente, a los detalles más pequeños; su pañuelo al viento, sus gestos faciales… o los personajes de la rosa o el zorro por poner dos ejemplos. Precioso todo. Lástima que no la pudiéramos disfrutar en inglés y nos perdiéramos a un Jeff Bridges encarnando al Aviador, a un Ricky Gervais como el señor vanidoso, o a un James Franco interpretando al zorro.

Respecto a esos personajes principales —más la mamá comparsa—, son curiosos, sí. La niña es un calco de su progenitora: una adulta en pequeñín pero sin llegar a convertirse en un ser odioso o gris. La madre, es alguien obsesionado con trabajar y con que su hija sea una adulta perfecta. Y por último tenemos al viejo, un tipo medio chiflado pero muy entrañable y divertido, tal vez esto último sin pretenderlo.

Bien, pues precisamente aquí es donde está el principal problema: El de los personajes. El Principito es el hilo conductor de esta adaptación, pero no termina de ser uno de los personajes principales. O lo es de una forma un tanto extraña… A partir de la hora o así de metraje, la novela de El Principito ha pasado entera y verdadera, y… ¡volando! Preciosa. Maravillosa… pero siempre entremezclada con la trama de la niña y el viejo, y demasiado breve para lo larga que termina haciéndose la película. A partir de ese momento, en el que ya no sabemos qué va a ocurrir porque todo lo conocido terminó, hay situaciones verdaderamente imaginativas, pero que a mí personalmente no me hacen pensar en el Principito como en uno de los personajes principales, sino más bien en algo maleable, una excusa, que para colmo me aburrió y me puso de un humor tan gris como el mismo que nos mostraban en pantalla. Afortunadamente, como a unos veinte minutos de su final, El Principito volvió a ganarme.

Y llegados a este punto, y por no contar más de lo debido (cosa que no he hecho aunque parezca lo contrario), tal vez debería aclarar si es para niños, para adultos, o para ambos, e incluso aunque resulte previsible, de qué nos habla en realidad la película (aunque ya he adelantado bastante). Respecto a si la película es para niños, lo es, pero de una determinada edad, al menos si queremos que las dos horazas que dura la adaptación no las pasen haciendo otras cosas (jamás entenderé por qué se hacen películas tan largas si son enfocadas principalmente a un público infantil). Y de paso, que puedan permitirles captar un mínimo mensaje. ¿Y para adultos? ¿Lo es? Por supuesto que sí. De hecho creo que está más enfocada a nuestra mentes que a la de nuestros pequeños: desgraciadamente más de uno se verá reflejado en la personalidad de la mamá. Por ello, también creo que es recomendable: se puede aprender mucho si nos miramos ese ombligo adulto y poco imaginativo que una gran mayoría podríamos haber desarrollado.

Para concluir, como es lógico, la película nos hablará de todo aquello que ya aparecía en la novela, pero también, básica y fundamentalmente, de la madurez desde ese punto de vista en el que esta no es un auténtico problema, sino el haberse olvidado de la niñez. Por supuesto, revisaremos el significado de la amistad, y también, y no menos importante, el de la soledad y el de la búsqueda de uno mismo. Por descontado, repasaremos todos esos aspectos negativos del ser humano: la vanidad, la avaricia, el egoísmo, la egolatría… Por todo esto, además de por su sentido del humor, por momentos muy teatrales y otros realmente mágicos —sobre todo en la parte auténtica de la novela—, y en definitiva, por ese repaso que nos da a los adultos, obligándonos a rescatar a nuestro niño interior y a pensar en respetar más a los nuestros propios, merece y mucho la pena.

No obstante, aunque parezca mentira dado el poso que deja, sigo sin saber si me ha gustado o no. Pero la recomiendo. Mucho.

Desde luego, qué complicados somos los adultos…

© Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Septiembre 2016

| Música: Hans Zimmer, Richard HarveyIntérpretes (EEUU): Jeff Bridges |
| Mackenzie Foy, Benicio del toro, Marion Cotillard, James Franco, Ricky Gervais… |