El cuento de Dione

| David Calleja | EC.O Ediciones Cívicas.O | 283 págs. | CF | 2017
| ISBN: 978-84-946360-4-2  | 

Por Pily Barba

Portada El cuento de Dione

Si hay algo que me hace sentir más satisfecha aun que el haber sido capaz de retomar un ritmo de lectura bastante aceptable teniendo en cuenta mi actual situación de madre, es tener acceso a novelas como El cuento de Dione, de David Calleja: cerrarla habiendo llegado ansiosa a su final, y tener la sensación de que he leído algo de verdad inteligente; con la capacidad de haber ido creciendo y sorprendiéndome de una manera tan natural, de verdad que es un gustazo.

Como lo es averiguar que mi mente llevaba tiempo pidiéndome un determinado tipo de lectura, con un perfil de protagonista muy concreto, y aunque no he sido consciente de ello, esa lectura ha terminado llegando y ha sido capaz de restregármelo, pero bien. Y qué feliz me ha hecho, porque este hallazgo ha tenido lugar muy, muy al principio y ha valido para engancharme en escasas páginas. Así ha sido el comienzo de El cuento de Dione, cuya prota, ya madurita, se siente algo mayor (a pesar de sus treinta y pocos), enferma, por supuesto cansada, y bastante de vuelta de todo. Un poco como la que suscribe, vaya…

Además, Dione, es algo piratilla, sarcástica, palabrotera, un poco tacaña, tiene muy malas pulgas y se siente poco femenina, de hecho, su comportamiento en algunos momentos puede llegar a ser bastante masculino y egoísta, y eso, precisamente, es lo que la convierte en alguien atractivo, porque mujeres así, haberlas, haylas, y es imprescindible que también sean reflejadas en la literatura de anticipación. Del otro lado, Dione es noble, decidida, tiene una gran fortaleza y sentido de la justicia y, por supuesto, es una gran persona con un acentuado carisma, aunque ella no sea consciente ni de lejos.

Respecto a la novela, esta, lógicamente nos cuenta las peripecias de la propia Dione, viajera temporal que se dedica a comerciar con artículos de todo tipo y que termina viéndose inmersa en una misión que se convierte en crucial para la humanidad, o casi.

Pero esto llegará casi al final, en el intermedio, conoceremos a esa parca tripulación de la Astrid; modesta nave cuyo cerebro central está habitado por una inteligencia artificial que siente a niveles muy básicos. Dicha tripulación, está compuesta por tan solo tres miembros; la propia Dione como capitana, piloto y dueña de Astrid; el ingeniero Sven y el segurata Tólik. Además, los acompaña su actual cliente, una especie de religioso en busca del nuevo mesías reencarnado en un individuo anónimo, para impedir que este caiga en manos enemigas y, sobre todo, porque nuestra galaxia necesita de más luz y paz que nunca.

Además, la misión de encontrar a esta nueva reencarnación se nos retratará en un futuro en el que un gobierno perfectamente estructurado ya no existe, y de la democracia, mejor ni hablamos… Todo lo que queda de esto son rescoldos aquí y allá, revelándose y luchando por no terminar siendo doblegados y desaparecer del todo. Así de duro es el escenario que David Calleja nos describe. En él, además, los que han terminado manejando el cotarro son los Aeternos, podríamos decir que los nuevos humanos; toda esa facción de nuestra querida raza humana decidida a permanecer «dando por saco» por siempre jamás.

Pero, además de esta patética situación política en la que los Aeternos se comportan como una auténtica secta; conquistando planetas a las bravas para terminar subyugando ciertos perfiles mentales, y apoderándose, de paso, de todos los cuerpos posibles con determinadas características físicas, también disfrutaremos de una señora novela de aventuras espaciales; entretenida, ya he dicho que inteligente (y me niego a buscar un sinónimo), adulta, con su parte religiosa o su pizquita mística, y por supuesto con situaciones y personajes muy interesantes (aunque algunos de los secundarios, a mi modo de ver, no terminen de ser desarrollados de una manera del todo satisfactoria; están ahí porque son parte necesaria para desarrollar ciertos aspectos políticos de la trama, pero poco más)…

Y, además de todo esto, y de descubrirnos someramente un tipo de religión liberada del machismo y muy próxima al budismo de nuestros días (hemos de tener en cuenta que aunque se trate de esta filosofía, gracias a los continuos procesos de animación asistida por los que ha pasado Dione, nos hallamos temporalmente muy alejados de nuestro tiempo), El cuento de Dione también nos habla de la clonación y el espejismo en el que se convierte eso de la vida eterna, porque un clon, por mucha actualización o avance tecnológico que lleve implícito, siempre terminará siendo una copia: jamás contendrá la esencia del original, sí su experiencia y sus pensamientos, pero el ser humano genuino terminará perdiéndose tarde o temprano junto al material orgánico primigenio. Por esta razón, los dichosos Aeternos persiguen también una mortalidad lo más duradera posible, reparando, mientras puedan, una y otra vez las áreas dañadas del cerebro primario.

Y por terminar ya con esta lacra, no quiero dejar de señalar que los Aeternos se dividen en varias facciones, y al igual que hay una dedicada en cuerpo y alma a la ciencia, hay otra, la más peligrosa, dedicada en exclusiva a coleccionar experiencias límite (lo que acarrea grabes consecuencias para todos). No voy a entrar en detalles, pero sí quería destacarlo porque también me ha resultado una idea muy atractiva, aunque, imagino que, dada la extensión de la novela, no ha quedado más remedio que desarrollarla con demasiada mesura.

Y en todo este berenjenal de tener que ir en busca de un lama prácticamente al culo de la galaxia, se ve inmersa Dione, al mismo tiempo que, como el resto, siente pender de un hilo su propia seguridad: saben que tarde o temprano se toparán con la facción «chunga» de los Aeternos. Así son de inevitables…

Entretanto, los acontecimientos irán dando varios giros, algunos de ellos muy sorprendentes, y las circunstancias terminarán acorralando poco a poco a nuestros héroes obligándolos a desarrollar su propio arco evolutivo, y ganando así nuestra simpatía, o no… Pero de nuevo es Dione quien, en su recorrido personal, se llevará la palma y nos dejará totalmente embobados. La que en un primer momento se nos presentaba como alguien ajeno a casi todo; pasiva e interesada, irá descubriéndose de tal modo y amoldándose tanto a su doloroso pasado como a lo que le va viniendo, con una humanidad y un coraje que ponen los pelos de punta. Y es que a pesar de todo lo que se trae entre manos la novela de David Calleja, donde se sale de verdad, donde creo que el autor lo ha dado todo, es en este maravilloso recorrido que atraviesa Dione.

Pero sí, por si todo esto fuera poco, en El cuento de Dione lo que de verdad se nos muestra es una problemática que, a día de hoy, tal vez tenga poca importancia, pero que es importante tenerla en cuenta, sin lugar a dudas, para el futuro próximo: ¿Si algún día tuviésemos la oportunidad de tener acceso a una especie de vida eterna, qué haríamos frente al tedio y la deshumanización?

© Copyright de Pily Barba para NGC 3660, Diciembre 2017