Por Toni Ávila
¡Cómo le picaba todo! Al principio no le dio importancia, pero cuando al rascarse una oreja, esta cayó dentro de su café, entonces se asustó de verdad y decidió acudir al ambulatorio.
Cuando la enfermera lo vio entrar, no pudo evitar lanzar un grito ahogado: al anciano le faltaban trozos de cabeza, aquí y allá. El doctor, tras consultar todos los tratados médicos que tenía en su librería, fue tajante:«se está usted desintegrando, le quedan unos diez minutos de vida».
De vuelta a casa perdió la otra oreja, su nariz salió disparada tras un estornudo y notó cómo, uno a uno, los dedos de sus pies se desprendían y bailaban libres dentro de sus zapatos.
Al llegar, llamó al timbre y le abrió la puerta una niña desconocida, aunque con un brillo familiar en sus ojos: «rápido, pasa, está ocurriendo», dijo con una gran sonrisa. En ese preciso momento, dos manitas infantiles emergieron del pecho del viejo.
Desde luego, los sueños tienen formas imprevisibles de hacerse de realidad.
© Copyright de Toni Ávila para NGC 3660, Febrero 2017