La canción del mar

 

Por  Juan Luis Gomar

»Soy Napú Itzar Gimasú, la ballena, y mi nombre es largo. He hecho el Viaje veces incontables desde Bahía de Invierno a Bahía de verano, y luego he regresado. Yo soy la Ballena, y no viajo solo. La hermosa Kara Tairá y yo viajamos juntos. Nuestra hija crece en su vientre, y cantamos para que nos oiga y tenga ganas de salir. El joven Ix Ix y nosotros viajamos juntos. Mi hermano Rei Golai y nosotros también viajamos juntos. Mi hermano es joven y su nombre es corto. En la oscuridad, la dulce voz de Kara Tairá nos tranquiliza. Me gusta oírla al salir al aire en la noche, cuando el ojo del cielo dibuja el camino en la superficie. Me trae recuerdos de cuando la cortejé en Bahía de Verano. Cuando su canto se volvió arrullo, nadé bajo su cuerpo y nos unimos hasta que nos quedamos sin aire. Al salir, rio con una gran zambullida, pues mi nombre es largo y soy sabio, y había sido suyo. Le gustaba mi canción y la oía en silencio, no como hacen los jóvenes.

»Los jóvenes quieren ir deprisa, sumergirse deprisa, nadar deprisa. Malgastan sus fuerzas despreciando las corrientes, y cuando cruzamos el Gran Vacío Sin Fondo, no piensan sino en descender para ver si realmente no lo tiene. Cuando yo era joven quería hacer las mismas cosas, pero ahora mi nombre es largo, y sobre mi lomo crecen muchas conchas hermosas.

»El canto de Ix Ix es triste. Perdió a su madre en el Gran Vacío Sin Fondo. Dejamos de escuchar su corazón y la vimos hundirse. Ix Ix descendió con ella para tratar de despertarla, hasta que se quedó sin aire y tuvo que salir a respirar. Luego seguimos nuestro viaje hacia Bahía de Invierno. Recordamos todos los viajes que hicimos con ella. Por eso, su largo nombre está mezclado con nuestra canción.

»Los jóvenes quieren nadar más profundo. ¿Para qué? Donde no llega el sol, el agua está vacía de sabor y pasa a través de nuestras barbas sin dejar nada. Yo prefiero nadar en la superficie, ver a las aves marinas, oír el ruido de las olas, lejos, allá en la playa. Salir al sol y sentir su calor. Cuando era joven, las aguas nunca me parecían frías. Pero ahora mi nombre es largo y tengo muchas conchas hermosas sobre mi lomo, y a veces siento frías corrientes que me hacen estremecer. No, ya no quiero bajar, pues allí en lo profundo solo hay frío.

»Soy Napú Itzar Gimasú, la Ballena. Y vosotros, ¿quiénes sois?

 

» Soy Wawa Kintara, la Ballena, y mi nombre es corto. No viajo sola. Mis hermanas vienen conmigo. Antes tenía un compañero, pero lo perdimos. Yeyeteneke era su nombre. Lo conocéis. Habéis oído su voz. Cuando nadaba entre nosotras él cantaba por todas. Lo perdimos, y ahora nuestro canto es triste.

»Me gustaba descender allá donde la luz no alcanza. El fondo del Vacío, viejo, yo lo conozco. Para nosotros el agua filtrada no alimenta. Nosotros tenemos dientes, y a veces bajamos a la Oscuridad, donde moran los peces-luz y el fiero calamar, que tanto nos gusta. Allá abajo en la Oscuridad, el océano ciñe su abrazo feroz alrededor de nuestros cuerpos. Los pulmones se hacen pequeños y no se oyen ni el viento ni las olas. Todo es silencio y las criaturas se iluminan con nuestro eco como las estrellas fugaces que cruzan el cielo nocturno. Allí fue donde perdí a mi compañero, luchando contra el fiero calamar. El gran Yeyeteneke se agitaba en la lucha hasta que dejé de oír su corazón. Yo tuve que ascender. Por eso mi canto es triste. Porque pienso que los otros peces no necesitan subir a respirar. ¿Por qué somos así, que precisamos el aire? De no necesitarlo, no habría perdido a Yeyeteneke.

»Vamos a Bahía de Verano, en busca de un nuevo compañero, pues el camino el largo, y nos apena no oír su canto junto al mío en la noche. Por eso nuestra canción es triste.

»Soy Wawa Kintara, la Ballena. Y vosotros, ¿quiénes sois?

 

»Soy Ini-ma-Ariel, la Ballena, y mi nombre es corto. Muchas veces, nadando bajo el cuerpo de mi madre, oí la voz de Napú Itzar Gimasú, y también la de Yeyeteneke. Mucho se ha cantado al Gran Buceador. Pero por entonces yo no cantaba por el clan y no me correspondía contestar. Viajo solo.

»No nadéis al norte de Bahía de Verano. Ya no hay aire. Nosotros fuimos los últimos en salir. En un ojo en el hielo tomamos aire por última vez, pues se cerraba rápido. Tomamos aire, mis hermanos y yo nos dijimos adiós, y nos preparamos para la gran zambullida. En verdad fue larga, y uno a uno dejé de oír los corazones de mis hermanos. Lloré en silencio. El aire quemaba en mis pulmones, pero más allá oí un barco del hombre, y encontré aire a su alrededor, y así encontré el camino a través del hielo.

»Es extraño el hombre. Su barco tiene un latido poderoso y duele la cabeza. Me alegré de perderlos de vista. Nadan con torpeza y sus aletas son ridículas. Su corazón es débil y no puede oírse. Mi padre contaba historias sobre ellos, de cuando había muchas ballenas en el mar y nunca había silencio, y ellos comenzaron a cazarnos. El mar se teñía con nuestra sangre, y ahora hay grandes desiertos silenciosos. Pero antes no era así. Eso me contó mi padre. Yo nunca he visto tal cosa.

»Viajo solo y por eso me alegra oír vuestras voces. Pronto encontraré otras ballenas como yo en Bahía de Verano, y tendré de nuevo familia, y les contaré lo que me contaron a mí. El sonido de su corazón en el agua será hermoso como el batir de las olas y el canto de las aves marinas. Tengo tantas ganas de llegar… En Bahía descansaré y tomaré fuerzas.

»Mi nombre es Ini-ma-Ariel, la Ballena, y mi nombre es corto. No sigáis más al norte de Bahía de Verano…

© Copyright de José Luis Gomar para NGC 3660, Julio 2019