La chica del átomo dorado

| Ray Cummings | Título original: The girl in the golden atom Ediciones Nalvay |
| Ciencia ficción 272 págs. | 2010 | 15,95€  |  ISBN: 978-84-937518-1-4 272  

Por José Andrés Hidalgo

Portada La chica del átomo dorado

Antes de entrar de lleno en materia, he de reconocer que al inicio de mi lectura me he sentido algo desanimado, y es que esta novela, La chica del átomo dorado, precisa dejar atrás ciertos prejuicios que, incluso un asiduo lector de la llamada ciencia ficción, puede llegar a tener hacia aquellos relatos que conformaron esa época fructífera y dorada del pulp. Y no digamos ya a alguien como yo; un individuo que ha descuidado su militancia por esos «otros universos» y navega ahora por terrenos mucho más cercanos a otro tipo de narrativa.

Dicho esto, recomendaría pues afrontar esta novela como un sano juego; como un recomendable ejercicio en el que se volverá a recordar esas primeras novelas de juventud caídas en nuestras manos, llenas de fantasía y aventura. Porque esto es lo que en definitiva encontraremos en este La chica del átomo dorado: fantasía pura y aventura. Por lo tanto, dejándonos llevar únicamente por el relato, sin plantearnos demasiadas preguntas y no cuestionando ninguno de los principios fantasiosos de la historia —aceptando así, sin más, que un sujeto pueda menguar hasta un punto infinitesimal tomando simplemente un fármaco, acompañado, claro está, de sus ropas y pertenencias—, será la única forma de no desanimarnos e interrumpir la lectura; conseguiremos de este modo disfrutarla sólo precisando una mirada ávida de maravilla y el deseo de sumergirnos en lo fantástico.

Y ya puestos, es precisamente de estas novelas de juventud, de aquellos eternos clásicos que la despertaron, de donde se nutre el autor y los utiliza precisamente como punto de partida para su relato, para su viaje, y quizá sea esto lo único que se le podría achacar o recriminar, puesto que el recuerdo de la Alicia de Carroll, con su pastel de agrandar y su pócima de encoger, o las tribulaciones de Gulliver con los Liliputienses, no dejan de resonar en nuestras cabezas desde el comienzo de este relato.

Pero ¿y de qué va la novela? Veamos, intentando no destriparla en exceso, se puede apuntar la trama a continuación: Un señor, «Químico» —así lo denominan prácticamente en toda la novela—, empieza a investigar en el mundo de lo microscópico ayudado de un instrumental cada vez más potente. Éste, descubre en una de sus múltiples exploraciones — precisamente sobre uno de los átomos que componen un anillo— la existencia de un mundo paralelo en el consigue observar a una bella mujer. Esta visión, el deseo de conocerla y el de explorar ese submundo, le llevan rápidamente a investigar la manera de alcanzarlo: de poder adentrarse en él. De esta guisa y, mediante una compleja formulación química, logra un compuesto con el que puede reducirse o aumentarse a su antojo…

Así pues, la historia comienza con este «Químico» confesando y relatando sus descubrimientos a un número muy reducido de fieles amigos, al más puro estilo de H. G. Wells en La máquina del Tiempo. A partir de ahí, se suceden una serie de peripecias y aventuras en las que se podrían describir dos fases: la preparación y desarrollo del viaje al mundo microscópico (bajo mi punto de vista lo más interesante de todo el relato), y una segunda parte en la que se va describiendo una sociedad aparentemente utópica e igualitaria, y donde la llegada de unos extraños «forasteros» desencadena consecuencias nefastas para su mundo…

Recomendaría la novela a todo aquel interesado en conocer los derroteros por los que se movía la «ciencia ficción» en la época del pulp, en la era anterior a Campbell. También, a todos aquellos interesados en conocer la obra más exitosa del prolífico Ray Cummings, y a esos otros que sepan y puedan acercarse con una cierta inocencia rescatada; alejada del riguroso «cientifismo» y ávida de aventura.

Apuntar que toda la novela respira y se expresa a mi gusto: en un lenguaje demasiado formal. No sé si esto será cuestión de traducción (seguramente no), o simplemente estaba escrita así: acorde al lenguaje de la época. Sea por la causa que sea, a mí personalmente me agrada.

Y antes de terminar, quería dedicar unos comentarios a la edición desde la perspectiva de alguien que, modestamente, se ha dedicado y dedica desde hace casi veinte años a la maquetación (incluida la de los libros). Dejando a parte el asunto de las ilustraciones de interior que, supongo se han incluido pensando en un lector «juvenil», y a pesar de que no dejan de destripar lo que va a acontecer ojeando simplemente el libro antes de su lectura, dejando, insisto, esto a un lado, rogaría a los editores de Nalvay que pusieran más cuidado y «gusto» a la hora de revisar los estilos de maquetación en sus libros. Con esto me estoy refiriendo a lo que comúnmente se denomina como «línea viuda» y «línea huérfana», líneas de las que, por otra parte, este libro está repleto. Si algo diferencia una buena edición de otra, es el cuidado y atención que se tiene sobre el contenido que se va a imprimir, así como por ejemplo la calidad de su papel, por el que esta edición sí destaca, aún teniendo una portada muy sosa que poco hace por atraer la atención en un escaparate de librería o como imagen en alguna web.

Por puesto, espero que estos últimos comentarios y opiniones se tomen a bien.

© Copyright de José Andrés Hidalgo para NGC 3660, Junio 2017